“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
El Puerto de Santa María --- Rota.
Distancia: 26,02
km.
Media: 12,94 km/h.
Altura: 127 m.
Día de
girasoles, caminos rurales y mucho carril bici, lo que unido a lo llano y corto
del recorrido ha supuesto otro día inolvidable. Que seguramente olvidaré como
se olvidan tantas cosas interesantes.
De un viaje suelo olvidar muchas cosas, lugares, hechos, datos, nombres… hay, por cierto, olvidos que se agradecen. Estoy seguro que a nadie le gusta recordar cómo nos falló la bicicleta ese día que nada debía fallar.
Estamos llenos de prisas, parece que solo reaccionamos ante lo inmediato, todo a nuestro alrededor nos encadena al presente, y nos hace dejar de lado recuerdos importantes, decisivos. Los mensajes del teléfono móvil, o los que transmitidos y recibimos en las redes sociales nos acostumbran a la inmediatez.Tenemos que
hacer un esfuerzo para aprender a recordar lo que vale la pena. Porque vale la
pena recordar que tenemos unos familiares, vale la pena recordar que son muchos
los corazones buenos que dejaron parte de su tiempo e incluso su salud para
enseñarnos, para curarnos, para tendernos una mano cuando más lo necesitábamos.
Porque vale la pena recordar que el mundo no viene de la nada, sino que surge
desde un Amor inmenso.
¿Por qué
recordamos con una nitidez sorprendentemente viva algunos hechos, mientras que
otros quedan casi sepultados en una zona escondida, casi inasequible, de la
memoria? En otras palabras, ¿por qué tenemos recuerdos selectivos?
He oído que hay
quienes piensan que sería
bueno no recordar todos los detalles de cada situación que vivimos durante el
día, pues ello podría abrumarnos ante la enorme masa de experiencias que construyen
continuamente nuestras vidas.
Sin analizar a fondo esta opinión, lo que
sí podemos decir es que hay recuerdos que nos ayudan a mejorar la vida, a
adoptar una actitud positiva ante tantos acontecimientos que nos han sucedido y
de los que hemos aprendido cosas decisivas para nuestra vida.
Esos recuerdos, además, pueden abrirnos a
un horizonte mucho más rico y más transcendente: el que nos lleva a descubrir
que, detrás de cada acontecimiento, podemos descubrir que podemos vivir con
plenitud el presente, y a confiar en nuestra historia personal y en la historia
del mundo entero.
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