“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
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Dos cicloviajeros portugueses, esta mañana en Motril. |
Motril --- Torrox – Costa.
Distancia: 51,17
km.
Media: 13,01 km/h.
Altura: 635 m.
De los 11 días
que llevo de viaje, me parece, que en 6 he superado los 500 metros, y es la
segunda ocasión en que esto sucede dos días seguidos, vamos a ver si como se
suele decir, “no hay dos sin tres”. De momento dos días seguidos los he
aguantado bien.
Hoy por los
“pelos” he salvado esa línea roja que son los 13 km/h, que por cierto es la
velocidad en la que planteo todas las etapas, la hora de salida y la de llegada
se basa en ese ritmo de viaje, si bajase de esa velocidad mi llegada al camping
no habrá sido la prevista y el resto del día ya no se ajustaría a lo que había
previsto.
Hoy por
ejemplo, mi llegada al camping a sido a la hora justa para montar la tienda y recibir
la lluvia que me esta acompañando toda la tarde, con el “campamento” montado. Si
me hubiera retrasado, o hubiera montado lloviendo o hubiera tenido que esperar al
final de la tarde para montar.
Con esto lo que
quiero decir es que no siempre los planteamientos que se hacen de las etapas
salen bien, pero uno se alegra de que así sea de vez en cuando.
Si no acertamos
alguna vez, la verdad es que nos vamos desilusionando y tal vez lo dejemos
estar, y nos movamos según se nos presente el día, según nos encontremos y lo
que nos apetezca hacer en cada momento. No digo que sea una mala táctica, pero
tampoco la veo buena.
Muchos de nosotros
hemos oído, y a veces le habremos hecho caso, esa frase: “Haz lo que te salga
del corazón”. A veces se usa como un recurso cultural barato y surge también en
el mismo momento en el que alguien no sabe qué consejo dar.
Se ha puesto de
moda poner todas nuestras acciones bajo la lupa de nuestras emociones. Por eso oímos tanto hablar de empatía, de
salud emocional, de pensar en uno mismo, de cuidarte tú primero y así un largo
etcétera… y cada vez menos de verdad, de conciencia, de decidir en frío, de sacrificarte
y de argumentar.
Si repasamos
nuestra tradición, nos daremos cuenta que el corazón tiene un peso especial. Es
de sabios hacer lo que te salga del corazón. Sin embargo, en el concepto de
corazón que solemos manejar nosotros, convergen a la vez los afectos y
sentimientos, la verdad y el pensamiento. Pasión y razón, emociones y
argumentos. Deseo y sentido. Es ahí donde nos lo jugamos.
No en ser
afectivo o en ser racional, sino en saberlos combinar para aprender a decidir y
a movernos por la vida. Hacer lo que te salga del corazón, sí, pero no vale
cualquier cosa.
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