jueves, 1 de junio de 2023

31/05/23. Santa Pola --- Torrevieja.

 “El hombre no haría nada si esperara hasta que lo pudiera hacer tan bien, que nadie le encontrara defectos.” (John Henry Newman.)

Santa Pola --- Torrevieja.

Distancia: 49,72 km.

Media: 14,28 km/h.

Altura: 206 m.

Una de las muchas cosas interesantes que tiene viajar en bicicleta es la cantidad de tiempo que se tiene para pensar y recapacitar. Un ritmo tranquilo de pedaleo nos ayuda a relajarnos y todo se ve de otra manera. Solo el paso por alguna ciudad grande, como sucedió ayer con Benidorm y Alicante, hace que nuestra tranquilidad se vea alterada al tener que estar atento a coches, semáforos, pasos de peatones, cambios bruscos de dirección…

Por cierto, ayer se me olvido mencionar dos encuentros que tuve; a la salida del camping coincidí con Ana, que esta “bajando” desde Castellón hasta Cádiz, donde se desviará hacia el interior de la península, no hemos hablado mucho pues llevaba un ritmo bastante más rápido que el mío, pero estoy seguro que nos volveremos a ver. También hice unos pocos kilómetros con un chaval mientras cruzaba Alicante, siempre hay momentos para la tertulia en un viaje.

Hoy he cruzado las Salinas de Santa Pola, ya lo había hecho muchas veces pero con coche, esta vez y por primera vez en bicicleta y, tengo que decir que no creo que esa frase de “una imagen vale más que mil palabras” se pueda aplicar a este caso, seguramente porque al disfrutar de un poco de tartamudez, desde siempre he creído en el poder de las palabras y porque no me suelo detener a hacer fotografías.

Así que, os tendréis que fiar de mí y confiar en que vale la pena visitarlas, sobre todo en esta época del año pues están llenas de flamencos. Ya se, lo se, los de Pego no van a encontrar espectacular estas salinas, los de Oliva tampoco, y es que la Marjal Pego-Oliva se encuentra a la misma altura, aunque es verdad que el conjunto del Parque Natural de El Hondo y las Salinas que unidas se las conoce como la albufera de Elche es superior, pero solo en extensión.

Al elegir la ruta por carriles bici y caminos rurales, por ejemplo; hoy he recorrido una parte del Camino Verde del Segura, el tramo que coincide con la EV-8, que tengo que decir que sobre todo es silencioso y solitario, lo que viene perfecto para ir admirando y deliberando.  

Hoy le he dado algunas vueltas a lo peligrosa que nos resulta la mentira. Pues se nos olvida en muchas ocasiones que la mentira hace daño. Que el embuste, la falacia en una persona, lo desacredita por que no puede ser un referente. Un pequeño ejemplo, talvez lo hayamos visto en estas elecciones pasadas, y es que al mentiroso le falta el norte, la convicción, las certezas, y se transforma en una veleta que acaba contradiciéndose, herida por sus mismos dardos lanzados a voleo. El efecto búmeran se ceba con el mentiroso.

Nos podemos enamorar de muchas cosas, pero no creo que exista un amor más malo que enamorarse de la mentira. Podemos ser tolerantes con el engaño, con el trapicheo, pero queremos que nos quieran de verdad y que nos digan la verdad. Todos tenemos un extraña capacidad para detectar la falta de amor. La crisis que estamos padeciendo de falta de amor tiene su origen, básicamente, en un abandono de la verdad. Y es que cuando nada es verdad, cuando esta falta, incluso cuando la despreciamos, estamos, sin darnos cuenta, matando el amor y, sin amor, no podemos vivir.

Días antes de empezar este viaje, en una tertulia junto a un café, nos preguntábamos qué tipo de político está pidiendo esta sociedad. Hablamos mucho del político compasivo, cercano y humano. Así debe ser siempre, pero alguno se preguntaba si esto era suficiente. Parece que es lo que “el mercado” demanda. Hay muchas heridas que curar, es verdad, pero también sería muy bueno prevenirlas. ¿No será que el modelo de sociedad que tenemos, la confusión moral, el relajamiento de costumbres, contribuyen a propagar estas heridas? ¿Basta con una humanidad que renuncie a la verdad? ¿Sería un buen político aquel que lo aprueba todo?

Es cierto que es pretencioso alardear de estar en posesión de la verdad; que el peligro de los fundamentalismos es evidente. Pero también las ideologías son peligrosas, éstas presumen también de ser la única alternativa y, negando que exista la verdad, imponen la suya.

Alcanzar la verdad, acercarse a ella requiere un arduo empeño. Hace falta claridad de ideas, apertura de mente, humildad para reconocer los propios errores; pero el hombre, por naturaleza, está abierto a ella. Basta con abrir los ojos y observar, basta con ser honrados y reconocer lo que nos hace bien o no.

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