martes, 13 de junio de 2023

Estepona --- La Linea de la Concepción. 12/06/23

 “El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)


Estepona --- La Línea de la Concepción.

Distancia: 72,5 km.

Media: 12,26 km/h.

Altura: 1048 m.

Si ayer bajaron todos los parámetros, hoy los hemos vuelto a subir y además con uno que pienso que es significativo, por primera vez he superado los 1000 metros de altura subida, todo un acontecimiento que he celebrado al llegar al camping con una fría cerveza.

La media ha estado por debajo de esa línea de los 13 km/h, pero la subida al puerto de la Cruz para llegar a Casares ha sido lo suficientemente complicado como para no poder recuperar otra vez el ritmo. Ha estado bien, he conocido el interior y ha sido entretenido, he descansado por unos kilómetros de la costa lo que me ha permitido ver alguno de esos pueblos blancos de Andalucía.

Es verdad que aunque toda la jornada a concluido bien y que hemos llegado al camping a buena hora, solo unos minutos más tarde de lo previsto, eso no quiere decir que en algunos momentos llegas casi a desesperarte, por ejemplo; con ese puerto que nunca pensé que era tan largo. Siempre estamos expuestos a la desesperación.

Normalmente la desesperación tiene muy mala fama, y es que desesperación viene de una palabra latina que significa “estar sin esperanza”. La desesperación ha sido entendida como lo peor que una persona podría hacer.

 Esto, creo yo. necesita una revisión. Cuando alguien está tan maltratado por las circunstancias, el cansancio y por una fuerte subida que no termina nunca como para ser incapaz de encontrar un poco de esperanza en sí mismo, ¿es esto en realidad un error? ¿Es esto un fracaso? ¿Es esto en realidad el peor de todos los males? Tristemente, esa ha sido con frecuencia nuestra forma de entenderla.

Existe un antiguo dicho de que Dios no nos envía más de lo que podemos soportar. Yo acepto eso. Dios nunca nos envía más de lo que podemos soportar, pero la circunstancia, el accidente, el cansancio lo hacen a veces insoportable. Debemos ser cuidadosos en cómo entendemos las expresiones piadosas, tales como “Dios nunca nos envía más de lo que podemos soportar”.

¿Creemos en realidad que Dios enviará al infierno a alguien que muera desesperado, aparentemente sin esperanza? ¿Qué clase de Dios haría esto? ¿Qué clase de Dios miraría a una persona tan afligida en la vida como para perder toda esperanza y vería esto como el mayor insulto a su amor y misericordia? Ciertamente, no el Dios en el que Jesús nos enseñó a creer.

Lo mismo vale para la manera como necesitamos mirar esto desde la perspectiva de la comprensión y empatía humanas. ¿Qué clase de persona se fija en la desesperación de otra persona y lo considera pecado y blasfemia horribles? ¿Qué clase de persona echa la culpa moral sobre alguien que por una serie de trágicas circunstancias se halla muriendo en un mar de frustración, dolor y sueños rotos?

En mi forma de comprender, podemos caer en la desesperación, pero debemos encontrar la fuerza para resistir y, poner en su contra, la esperanza, y entregarnos a lo desconocido, que para un cristiano es el abrazo de Dios.

Necesitamos ser mucho más comprensivos en los juicios que hacemos frente a la desesperación. ¡Hay tormentas que no podemos soslayar!  

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