“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Estepona --- La Línea de la Concepción.
Distancia: 72,5 km.
Media: 12,26 km/h.
Altura: 1048 m.
Si ayer bajaron
todos los parámetros, hoy los hemos vuelto a subir y además con uno que pienso
que es significativo, por primera vez he superado los 1000 metros de altura
subida, todo un acontecimiento que he celebrado al llegar al camping con una
fría cerveza.
La media ha
estado por debajo de esa línea de los 13 km/h, pero la subida al puerto de la
Cruz para llegar a Casares ha sido lo suficientemente complicado como para no
poder recuperar otra vez el ritmo. Ha estado bien, he conocido el interior y ha
sido entretenido, he descansado por unos kilómetros de la costa lo que me ha
permitido ver alguno de esos pueblos blancos de Andalucía.
Es verdad que
aunque toda la jornada a concluido bien y que hemos llegado al camping a buena
hora, solo unos minutos más tarde de lo previsto, eso no quiere decir que en
algunos momentos llegas casi a desesperarte, por ejemplo; con ese puerto que
nunca pensé que era tan largo. Siempre estamos expuestos a la desesperación.
Normalmente la
desesperación tiene muy mala fama, y es que desesperación viene de una palabra
latina que significa “estar sin esperanza”. La desesperación ha sido entendida
como lo peor que una persona podría hacer.
Existe un
antiguo dicho de que Dios no nos envía más de lo que podemos soportar. Yo
acepto eso. Dios nunca nos envía más de lo que podemos soportar, pero la
circunstancia, el accidente, el cansancio lo hacen a veces insoportable. Debemos
ser cuidadosos en cómo entendemos las expresiones piadosas, tales como “Dios
nunca nos envía más de lo que podemos soportar”.
¿Creemos en
realidad que Dios enviará al infierno a alguien que muera desesperado, aparentemente
sin esperanza? ¿Qué clase de Dios haría esto? ¿Qué clase de Dios miraría a una
persona tan afligida en la vida como para perder toda esperanza y vería esto
como el mayor insulto a su amor y misericordia? Ciertamente, no el Dios en el
que Jesús nos enseñó a creer.
Lo mismo vale
para la manera como necesitamos mirar esto desde la perspectiva de la
comprensión y empatía humanas. ¿Qué clase de persona se fija en la
desesperación de otra persona y lo considera pecado y blasfemia horribles? ¿Qué
clase de persona echa la culpa moral sobre alguien que por una serie de
trágicas circunstancias se halla muriendo en un mar de frustración, dolor y
sueños rotos?
En mi forma de
comprender, podemos caer en la desesperación, pero debemos encontrar la fuerza
para resistir y, poner en su contra, la esperanza, y entregarnos a lo desconocido,
que para un cristiano es el abrazo de Dios.
Necesitamos ser
mucho más comprensivos en los juicios que hacemos frente a la desesperación.
¡Hay tormentas que no podemos soslayar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario