“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Día
de la “crosta”, es bueno que se mantengan las tradiciones y que las respetemos y,
dentro de nuestras posibilidades que participemos en ellas y de ellas.
Pero
no quería hablar hoy de tradiciones, tal vez cuando pase la piñata y podamos
hablar del conjunto que forman el carnaval, la crosta y la piñata, un conjunto
interesante.
Hace
unos momentos he oído varias declaraciones que se han hecho en el Senado y me
he dado cuenta de que cada día voy teniendo más desconfianza de las palabras,
tal vez solo me pase a mi y sea una exageración por mi parte pero me parece que
son nada más que palabras vacías.
En
todos sitios me encuentro con palabras vacías que no dicen nada y que van
dirigidas a los que no quieren escuchar. Veo demasiadas mentiras, demasiadas
falsas promesas y demasiada propaganda diseñada para engañar con palabras que
no se apoyan en nada. Me han mentido y traicionado demasiadas veces en los
medios de comunicación y ahora ando receloso.
La
desconfianza en las palabras que oigo es en parte sólo una razón de la debilidad
que existe en la palabra hablada, que como suele decirse; “se la lleva el
viento”. Pero mis palabras pueden ser
verdaderas y aún tener poco poder. ¿Por qué? Porque puede ser que no este hablando
con mucha autoridad. Puede ser que mis palabras no tengan lo que necesitan para
ser apoyadas. ¿Qué quiero decir con eso?
Como hablar con autoridad. ¿Qué les da autoridad a las
palabras? ¿Qué les da poder para convencer?
Todos sabemos que hay diferentes clases de poder. Hay un
poder que surge de la fuerza y de la energía. Hay poder también en el atractivo,
en un orador dotado o una estrella de rock. También ellos hablan con una cierta
autoridad y poder. Pero aún hay otra clase de poder y autoridad, una muy diferente
de la del político y la estrella de rock.
Es el poder de un niño, el paradójico poder de la vulnerabilidad,
la inocencia y la debilidad. La debilidad es a veces el verdadero poder. Si
pones a un político, una estrella de rock y un bebé en la misma habitación,
¿quién es entre ellos el más poderoso? ¿Quién tiene la mayor autoridad? Cualquiera
que sea el poder del político o de la estrella de rock, el bebé tiene más poder
para cambiar los corazones. Su misma debilidad, inocencia y vulnerabilidad
tienen una única autoridad y poder para tocar vuestra conciencia.
Como vemos hay diferentes formas de autoridad, pero
tenemos dos elementos que hacen que nuestras palabras sean poderosas: que se cimienten
siempre en la integridad de nuestra vida. Que no haya discrepancia entre
nuestras palabras y nuestra vida.
Veis porque no he visto autoridad esta tarde en el
Senado. Lo que mueve a nuestra sociedad hoy en día es frecuentemente la
poderosa energía y el carisma de los medios altamente inteligentes; pero nuestro
corazón se mueve por una diferente clase de autoridad.
Buenas Noches.
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