lunes, 10 de febrero de 2020

Pongamos ilusión en las cosas

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


¡Muy bien por este lunes!, buena temperatura, y todo lo que me había propuesto realizar ha salido bien, así que nada más que pedirle a este lunes. Vamos a ver si mañana cuando salga a las 07:57 horas nos encontramos con otro buen día, por cierto, mañana se celebra Nuestra Señora de Lourdes.
Esta mañana no he podido terminar como quisiera, pues he dejado en el aire la posibilidad de que no complicarse la vida es bueno, y lo puede ser solo en contadas ocasiones.
Hay que ser valientes en nuestras reflexiones, para así adquirir más coherencia. Vivir con deseos de ser interpelado por lo que observamos, escuchamos o leemos es quizá una de las cosas que más contribuyen a sacarnos de nuestras primeras etapas de nuestra vida y que más nos impulsan por encima de las simples modas que nos rodean.
Es verdad que se puede tener una mayor o menor facilidad natural para profundizar según la forma de ser de cada uno, pero para tener una mejor comprensión de la realidad tenemos que ser nosotros los que observemos, escuchemos y leamos, reflexionándolo todo. 
Esa comprensión de la realidad irá creciendo a medida que vayamos logrando asimilar las vivencias que día a día acumulamos y nos hagan cambiar poco a poco. A quien le falta esa sensibilidad, su carácter superficial no le permite pensar, le hace creer que lo más seguro es dejar las cosas como están y no complicarse la vida.
Es importante que pongamos ilusión en las cosas, que nos creemos un ideal de vida, que nos propongamos seriamente dejar algo de rastro a nuestro paso, no conformarnos con lo rutinario, con lo fácil, con aquello a lo que se llega sin apenas esfuerzo. 
Ese inconformismo lo encontramos en las personas que aún no ha sucumbido ante este paralizante conformismo, (disfrazado de realismo, de tener los pies en la tierra y algunos otros tópicos), que tanto afecta a quienes han perdido ya el frescor de la juventud. Hay personas que no pierden la juventud de espíritu porque logran enriquecer su interioridad, logran mantener su capacidad de creer, su capacidad de asombro, su ilusión por los ideales.
Tenemos que tener en cuenta que hay opresiones que vienen de fuera, pero hay una opresión que nace dentro de nosotros, del propio conformismo, y ésa es la más temible. Si lo pensamos nos daremos cuenta que el mayor grado de decadencia está siempre dentro de nosotros. Aunque el ambiente siempre contagia, cada persona tiene lo más valioso en su interior, y debe lograr imponer su capacidad para distinguir y elegir su propio camino.
Me encuentro con personas que dicen que ya no creen en nada, y lo dicen de manera altiva y suficiente. Quizá piensan que diciendo eso quedan muy bien, pues aún quedan ambientes en que a la falta de principios y creencias se le encuentra algo de gracia, pero lo que sucede de modo más habitual es que esas personas no se atreven a salir de su egoísmo, simplemente.

Buenas Noches.

No hay comentarios: