“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Un
día triste, gris y con una ligera llovizna, pero en realidad es un día normal y
podríamos considerarlo bueno si tenemos en cuenta que nos encontramos en
febrero y, con muchos días de invierno por delante.
Un
día que nos sugiere pensamientos melancólicos, sin embargo, bueno para buscar
las maneras con las que podríamos superar las pequeñas humillaciones y
adversidades que nos producen las circunstancias de la vida, la edad, los accidentes
o las enfermedades, de modo que, a pesar de la vergüenza que a veces sentimos,
podamos colocarlos bajo un cierto marco, de manera que les quitemos su
vergüenza, y recuperemos un poco de la dignidad que sentimos perdida.
Esta
claro que todos sufrimos infortunios. Algunos nos llegan por genes que hemos
heredado, por la historia que nos toca vivir, por la sociedad en la que vivimos
o por los problemas del envejecimiento o por esos accidentes que, vistos desde
casi todos los puntos de vista, son no sólo amargamente injustos sino que
pueden también hacernos sentir ridículos y avergonzados. Por ejemplo, ¿cómo
afrontamos esa secuela que nos ha dejado una enfermedad o un accidente que nos
deja con una apariencia antiestética? ¿Cómo afronta uno el hecho de ser discriminado
negativamente? ¿Cómo afronta uno el debilitamiento que nos viene con la vejez? ¿Cómo
afronta uno el hecho de que un ser querido ha sufrido una violación o es
tratado violentamente? ¿Cómo colocamos todas estas cosas para que recuperen la
dignidad perdida? ¿Cómo tratamos estas adversidades?
Supongo
que debe haber varios sistemas, aunque me inclino antes de nada por no negarlo,
no es cuestión de encubrirlo más bien debemos ser conscientes de ello, saber
que tenemos ese problema y a partir de aquí tener el valor de enfrentarnos a el
y establecer prioridades. Y para esto hay que tener claros los objetivos en la
vida.
Entre
los diversos modos de afrontar estas adversidades nos podemos encontrar con
quien las viven con tedio. Otros con enfado. Otros con deseos que de que pasen rápido.
Otros con una extraña sensación de fatalismo. Otros con
una amargura corrosiva.
También hay quienes las afrontan con calma: muchas de esas
adversidades son parte de la vida. Otras pueden llevarse a cabo con cierto optimismo.
Lo que esta claro es que resulta importante no dejarse llevar
por actitudes negativas, sino saber que la vida está llena de momentos diferentes,
y que en cada uno de ellos es posible encontrar un significado e incluso una ganancia.
Ahora no conozco cuál va a ser la adversidad con la que
me pueda encontrar mañana. Pero sí sé que, si hago todo lo que tenga que hacer
para buscar una solución con alegría y sin hacer daño a nadie, el tiempo que
dedique a ello puede por si solo adquirir un brillo y un valor insospechadamente
hermoso y, la solución aparecerá sin darnos cuenta.
Buenas Noches.
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