domingo, 23 de febrero de 2020

Lo contrario del aburrimiento es la pasión.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Se termina este intenso fin de semana, nos vamos a dormir cansados pero contentos de haber disfrutado de un “gran” fin de semana, lleno de actividades y donde no ha existido tiempo para aburrirse.  
Reconozco que no esta entre mis cualidades el aburrirme. No sé si de pequeño me pasaba. No lo creo. Tengo una capacidad muy grande para vivir despierto en cada momento. De disfrutar la noche durmiendo, y del día para “jugar” en medio de la vida. Una capacidad innata de entretenerme con cosas muy sencillas. Y concentrarme en la vida que se me pone delante.
El otro día escuché que lo opuesto al aburrimiento es la pasión. Pero es una afirmación un poco desconcertante, pues muchos piensan que lo contrario al aburrimiento siempre es la diversión. Pero no.
El tedio, el aburrimiento y la desidia, siempre han sido opuestos a la pasión por la vida. Vivir aburrido es lo contrario a vivir dando la vida en cada momento. Vivir con toda el alma, con el todo el cuerpo. Dejándose la vida en cada esfuerzo.
De todas formas no me da miedo aburrirme. Más bien me preocupa que las horas se me escapen entre los dedos. El tiempo pasa sin darme cuenta. Y siempre quiero más horas en mis días porque me falta tiempo para hacer todo lo que sueño.
Tengo muchos sueños, siempre los tuve. Tal vez por eso no me da tiempo a aburrirme. Pienso que el que se aburre ha perdido la ilusión por la vida. O ha dejado de soñar con las montañas más altas. O se ha cansado de sus sueños y los ha cambiado por un realismo aburrido.
Definitivamente, lo contrario del aburrimiento es la pasión. Lo contrario de una vida llena de tedio es una vida apasionante, apasionada. Pero, ¿de qué depende? De mi forma de ver las cosas. De mi actitud ante ellas. No depende tanto del lugar en el que me encuentro. Tampoco de las personas que me rodean. Depende sólo de mí.
Haciendo un pequeño esfuerzo puedo mirar de forma diferente mi vida. Puedo cambiar mi forma de ver las cosas. Y es que, si me falta pasión por la vida, por el hombre o por el amor. Si pierdo mi capacidad de disfrutar al máximo el presente huidizo que recibo como un regalo. Si no me apasiono me aburro.
Entonces, si me aburro, no estoy viviendo la vida como hay que vivirla.
Todos conocemos algunas personas que han dejado de soñar y no creen en las locuras. Ni en los viajes imposibles. Ni en los sueños increíbles. Es posible que les falte esa fe que permite creer en lo que parece inalcanzable. Y soñar con ese objetivo el cual parece imposible alcanzar.
Al final, si estamos enamorados de la vida tenemos que sentir pasión por nuestros sueños. Amar la vida implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo, pero: ¿Tenemos nosotros grandes sueños? ¿Somos intrépidos? ¿Nuestros sueños vuelan alto? ¿El entusiasmo nos devora? ¿O bien somos mediocres y nos conformamos con nuestras programaciones de laboratorio?”.
En fin, conozco muy bien el miedo que da saltar para conseguir lo que parece imposible, pero la vida es la experiencia de saltar. Siempre hay que estar en el aire, entre el vuelo y la caída. Estar permanentemente entre esas dos posibilidades: esa es la aventura del ser humano, y a eso, estoy seguro, es para lo que estamos hechos. Salta si te gusta la vida.

Buenas Noches.

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