¡¡¡Buenos días!!!
Decía ayer que hay personas que intentan ser buenas
y tienen la confianza que, siendo buenas, pueden gustar a Dios, si es que
piensen que existe; o si creen que no existe esperan tener la aprobación de otras
personas buenas.
Pero yo lo veo diferente, yo creo que cualquier
bien que pueda hacer proviene de esa autoridad que, como os comentaba ayer,
tengo en mi interior. Yo hago el bien no para gustar a nadie sino porque esa
autoridad me lleva a hacerlo y esto me hace buena persona, del mismo modo que
un espejo no atrae y refleja el sol porque es brillante, sino que se vuelve
brillante porque el sol brilla sobre él.
Y quiero dejar bien claro que cuando digo que esa
autoridad está en mí, no me refiero simplemente a una cosa mental o moral. Lo
que quiero decir también es que igual que esa autoridad actúa a través de mí lo
hace del mismo modo a través de las otras personas y, aquí es cuando la veo,
cuando la percibo físicamente.
Esta manera de ver la vida es esa vida nueva de la
cual os hablaba hace días, una evolución de la vieja vida.
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