lunes, 2 de enero de 2023

¡¡¡Buenos días!!!

 ¡¡¡Buenos días!!!

Nos falta imaginación, nos falta muchísima imaginación. Creímos que después de la guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial todo iba a ser más tranquilo y sin más guerra en nuestra querida Europa. Os creéis, por ejemplo, que en una Europa donde Rusia ataca Ucrania provocando una guerra que se podría transformar en nuclear, podréis llevar a partir de ahora la misma vida que estáis llevando. ¡Qué optimismo! Europa corre estos días un gran riesgo y tiene la mejor oportunidad de su historia. Esta es para mí una verdad que me gustaría, si pudiera, trasladaros.

Estoy seguro de que os gustaría que hablara más de la “mejor oportunidad de su historia” que de la que está “corriendo un gran riesgo”, pero las dos vienen a ser la misma, al menos, estas dos verdades están unidas. Precisamente porque Europa corre un riesgo muy grande, tiene ahora su mejor oportunidad. Vosotros veis, nada más salir de vuestra casa, por todas partes, la civilización europea. Veis sus obras. Nos encontramos con regiones muy grandes de la tierra donde es imposible ver esas obras, pero su espíritu se encuentra por todas partes.

Sí, hay miles o millones de hombres para los cuales la civilización europea es un bote salvavidas, una protección, o, mejor dicho, una patria celestial. Lo digo así porque lo creo de verdad. Lo digo todavía a riesgo de que algunos de vosotros se encojan de hombros y crean que les estoy comiendo el “coco”. Desde hace mucho tiempo esos millones de hombres se dieron cuenta de que sobre el mundo planeaba una amenaza de humillación y sumisión. Ellos no sabían aclarar ni precisar muy bien esa amenaza. La sentían simplemente como se siente la proximidad de una tormenta. Los cristianos veían en esta amenaza una amenaza contra la Iglesia y todos los valores espirituales de la cristiandad. Los otros no pensaban sino en la libertad.

Pero unos y otros se imaginaban la civilización europea como un muro infranqueable. Aquí estaba ese pensamiento europeo, confundido en todas partes con la libertad de pensamiento. Aquí estaban nuestra tradición y nuestros grandes hombres. Aquí estaba nuestra historia, tan humana, y nuestra leyenda, más humana aun que nuestra historia.

Ahora, esos millones de hombres han intuido de repente el peligro que planea sobre lo que ellos estimaban. Al hilo del fúnebre presentimiento que los ha invadido de repente, se han dado cuenta por primera vez que Europa no solo ocupaba un lugar importante en el mundo, sino que tenía también en sus conciencias un lugar no menos importante, y han medido al mismo tiempo la profundidad de la esperanza que habían puesto en nosotros.

En fin, tal vez mañana, continúe con el tema.

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