¡¡¡Buenos días!!!
Decía
ayer que hay personas que se mantienen en su juventud intelectual durante toda
su vida y eso no representa un problema muy grande si tienen la suerte de
rodearse de buena gente y se dejan guiar por ellas. Sin embargo, si no es ese
el caso, van a la deriva actuando como conservadores sin ser conservadores,
como socialistas sin ser socialistas, como ateos sin ser ateos, como católicos
sin ser católicos, sin ser ninguna de esas cosas. Todo según le coja o según
les lleven las circunstancias.
A
veces cuando se les da a entender que van dando bandazos se atrincheran en la
idea de que eso prueba que son imparciales, desapasionados, moderados, que no
son “hombres de partido”; cuando en realidad, son esclavos sin remedio, pues en
este mundo no hay otra fuerza que el compromiso con la razón ni otra libertad
que sentirse cautivos de la verdad.
No es
de esperar que a los veinte años se tengan ideas muy claras en cuanto a
política y religión, pero ningún hombre inteligente se permite juzgar las cosas
a la ligera. Más bien, por respeto a sí mismo se obliga a tomar una u otra
opinión, cierta o falsa. Y, como sabemos, hay que juzgar a la gente por lo que es
y no por lo que no es.
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