¡¡¡Buenos días!!!
Empezamos un
día nuevo, lleno de proyectos e ilusiones, así que el primer proyecto será
retomar el tema que dejé a medias ayer.
Si ahora os
digo que existe una Europa visible y una Europa invisible, sabríais decirme cual
sería la diferencia, como es la diferencia entre sus ciudadanos y el espíritu
europeo. Parece claro que los que pertenecen a la parte visible tienen derecho
al nombre de europeos y a todas las ventajas que este nombre lleva en el
inmenso y soberbio mundo. En cambio, la Europa invisible es la Europa de los
grandes europeos, la del espíritu europeo. Entonces, si la Europa de las
grandes personalidades europeas es realmente el alma de Europa, la Europa
visible sin ella no sería sino como un cuerpo sin alma.
No estoy
enfrentando a estas dos Europas. Lo que quiero decir es que existen millones de
hombres alrededor del mundo que, al haber conocido y estudiado nuestra
concepción tradicional de Orden y Libertad en el momento más importante de
nuestra tradición cultural, se dan cuenta, casi sin saberlo, que les gusta el espíritu
europeo y son participes de la civilización occidental, y no como simples
imitadores, sino como culturalmente occidentales.
Quiero
decir que existen millones de hombres en el mundo que no han leído, ni leerán
nunca a los grandes filósofos y pensadores europeos como lo hacían hace solo un
siglo nuestros ascendientes, pero que guardan de Europa esa imagen que tantos
de nosotros hemos perdido y que no hemos reemplazado por otra.
Naturalmente,
no podría exigir de vosotros que me creáis, no puedo demostrar lo que acabo de
deciros. Pero sabéis muy bien que no soy una de esas marionetas políticas que
intenta vender una ideología, sino solo mostrar una idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario