“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Ya tengo los paneles térmicos para oscurecer el
interior de la berlingo, y así poder dormir más relajado. Conseguir oscuridad
era una dificultad que no presentaba más problema que colocar cortinas, pero
que aislara del calor y sobre todo del frío era un poco más complicado, con
estos paneles creo que tengo los dos problemas solucionados.
Tal vez me he preocupado demasiado en protegerme
del frío, la verdad es que no tengo experiencia en dormir en un camper y no sé lo
que nos aísla del exterior, en una tienda de campaña lo controlo mejor, pero en
un coche no sé si baja mucho la temperatura, así que le aíslo los cristales y según
vallamos cogiendo experiencia los iremos utilizando más o menos.
Con la oscuridad para dormir no tengo muchos
problemas, pues en la tienda de campaña no suele existir una oscuridad total,
pero sí que estas oculto de las miradas exteriores, así que había que aislarnos
de las miradas, y estos paneles lo consiguen.
La oscuridad suele tener mala “prensa” ya que hay
una oscuridad interior que nos impide ver claramente dónde están el bien, la
verdad, la justicia. Hay una oscuridad exterior que hace muy difícil comprender
lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero la oscuridad para descansar nada tiene
que ver con esta falta de luz.
A nadie le extraña que la posición de máximo reposo
se dé estando acostado y en la mayoría de las veces dormido. Para los que en nuestras
aficiones existe una parte importante de ejercicio físico el descanso es fundamental,
aunque no solo el descanso como ausencia de movimiento sino también con la
relajación de la mente.
Si nos detenemos un poco a pensar nos daremos
cuenta de que ante el cansancio se tiene una necesidad de reposo, de
distracción. El descanso de nuestro cuerpo lo obtenemos deteniendo el ejercicio
corporal; la mente, en cambio, encuentra su descanso en la “diversión”, que si observamos
es “di-versio” que nos quiere decir apartar, desviar, alejar nuestra atención
hacia otros objetos agradables, distintos de los que forman nuestro trabajo
habitual o nuestro quehacer diario.
Y aquí nos encontramos con un error que solemos
cometer, pues se puede llegar a la conclusión de que el “summum” de la vida humana
se encuentra en la diversión, en el juego. ¿Se encuentra la felicidad en la
diversión? Parece claro que no, sería un absurdo que la diversión fuera el fin
de la vida. Hay que divertirse para dedicarse después a asuntos serios. Pues la
diversión es una especie de reposo, y como no se puede estar haciendo algo sin descanso,
el ocio es una necesidad. Pero este ocio, ciertamente, no es el fin de la vida,
porque sólo tiene lugar debido a algo que tenemos que realizar después.
Ya sé que ahora se toma el juego y la diversión
como un objetivo para la felicidad, por el placer que sentimos. La felicidad
tiene, es verdad, cierto placer, pues existe el gozo. Pero no, sin embargo, con
el placer del juego, que siendo necesario para el desarrollo de la vida humano no
es lo más elevado del hombre. De ahí, la importancia de saber divertirse y a la
vez controlar esa diversión, el hombre debe ser alegre y serio a la vez. Hay
que ser capaz de realizar esa combinación perfectamente, teniendo conciencia
exacta de nuestra situación entre donde estamos y hacia dónde queremos que vaya
nuestra vida, entre la esperanza y la desesperación. Sólo de esta manera nos
podemos orientar, entonces podremos jugar y divertirnos, sonreír y reír, ya que
seremos capaces de percibir en todas las cosas sus límites e insuficiencias, y
por eso justamente podremos reírnos de todo, porque sabremos de la seriedad de
las cosas.
El que no
comprende esto pertenece al grupo de los que no son capaces de encontrar
descanso y alivio en el juego, en las fiestas y en divertirse. Son muchos y han
sido muchos los que no entienden este concepto, de ahí por ejemplo que erróneamente
sea considerada como una época triste y aburrida la Edad Media. No ven el
verdadero sentido de las escenas burlescas representadas en los bajorrelieves
de numerosos templos y catedrales; las denominadas "fiestas de los
locos", en que se festejaba una suerte de superación o abolición de la
razón; la "fiesta de los asnos", con sus rebuznos lanzados contra
altos "dignatarios" no siempre tan dignos; la llamada "fiesta de
los obispillos", donde un grupo de chicos se disfrazaban de obispos,
tomando en chacota a las jerarquías locales; son otras tantas expresiones del
humor medieval, libre y ocurrente.
Ese espíritu lúdico medieval se fue poco a poco
olvidando y lo que los entendidos llaman la virtud de la eutrapelia entró en la
sombra, en la oscuridad, no subsistiendo de ella sino una breve y seca
definición en los diccionarios.
Ahora ya no es así, el humor, la diversión y la
fiesta, la eutrapelia, ha recobrado su importancia no sólo para la cultura del
hombre sino también para el progreso mismo de su vida interior.
Buenos días.
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