“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Este
pasado fin de semana no hemos realizado nuestra excursión con la bicicleta, la
lluvia y las bajas temperaturas han sido las causas para este descanso. Un alto
en el camino que ha servido para ir avanzando con la berlingo, ya tengo casi
acondicionado el espacio de la “cocina”.
Aunque
pueda parecer que todo lo relacionado con los viajes esté concentrado en la
camperización de la berlingo para “subir” al Nortkapp, no es cierto. Pues en
estos días de tanto frío y lluvia, en los que “quedarse en casa” se ha vuelto más
necesario, he estado y estoy mirando el recorrido por Austria y tengo que decir
que será, como no, interesante pues la primera parte es llana hasta Viena, pero
la segunda para volver a Salzburgo a través de los Alpes ya no lo será pues resultaran
alrededor de unos diez días de montaña.
Ya
se que “el hombre propone y Dios dispone”, y que por mucho que ahora mire y
estudie posibles etapas, después cuando llegue ese día nada será igual a como
lo tenia preparado, pero al menos estaré mejor informado y eso siempre está bien.
Por
lo general y en general si haces planes para realizar un recorrido estos suelen
cumplirse en un tanto por ciento alto, aunque claro está, no es su totalidad
pues los imprevistos son tantos en el cicloturismo que no se pueden abarcar. Y
más con la covid-19 suelta por ahí.
Siempre
que ejercemos nuestra libertad, y en un viaje con la bicicleta se ejerce constantemente,
suele llevar consigo inconvenientes, a veces importantes, el que no está
dispuesto a ello renuncia a la libertad posible. Eso explica que la libertad
real sea muy exigua si nos queremos mantener en nuestra “zona de confort”, donde
todo está a nuestro gusto, y tenga un sorprendente florecimiento allí donde
parece improbable, donde no se la espera.
En
cada elección que hacemos, en cada camino que elegimos en un cruce, en cada
lugar en el que decidimos acampar, en cada parada que realizamos para admirar y
fotografiar un paisaje… existe una toma de posición en la que ejercemos la
libertad. Por supuesto la libertad de equivocarnos, de cometer errores y
aceptar sus consecuencias.
Hay
una palabra que usaba con frecuencia Ortega y que es clave de muchas cosas
importantes: "insobornable". Si se la aplica, se tiene un instrumento
seguro para medir la libertad, la autenticidad, la capacidad de resistencia y
de permanencia en la esencia de nuestro viaje cicloturista. Estoy hablando, por
ejemplo; si decidimos no comer en restaurantes, el ser “insobornable” ante las continuas
tentaciones que se nos presentan para hacerlo y no tener que prepararse la
comida es la medida que nos dice hasta donde estamos ejerciendo nuestra
libertad.
Si
analizamos un poco, si reflexionamos sobre cuando nuestra libertad ha estado
disminuida veremos que más que por culpa de la opresión, salvo casos de
excepcional violencia, si los hemos padecido, han sido aquellos momentos en que
se aflojan los resortes, se pierde la personalidad, nos hemos plegado a las
modas, a los halagos, a los reconocimientos, a las recompensas, a la docilidad,
en suma.
Si
nos ha sucedido, que nos ha sucedido estoy seguro en alguna ocasión, no ha sido
importante nuestra protesta, ni nuestra rebeldía, que puede resultar
interesante para distanciarse, para señalar una ruptura, para escapar de esas
situaciones. Lo necesario no ha sido desentenderse de todo eso, sino recabar el
derecho a ser quien verdaderamente se es, dedicarse al contenido real de nuestros
principios ya sean los de nuestro viaje o de nuestra vida.
Tengo
que recordar ahora, una vez más, aquella maravillosa frase de Cervantes: “tú
mismo te has forjado tu aventura”. Expresión que muestra el sentido y la clave
de la libertad. Nos hacemos a nosotros mismos; claro está que, dentro de las
circunstancias, por supuesto, y con ellas; pero al final, a última hora, en el
último momento el peso de toda decisión recae sobre cada uno de nosotros.
Cuando
terminas un viaje y repasas las circunstancias en que se ha desarrollado vemos
el precio que hemos pagado por esas decisiones complicadas, a veces hemos
acertado de pleno, a veces no tanto; pero si se mira bien, descubriremos que en
todo caso ha valido la pena; que ese precio era exigido y no excesivo.
Buenos
días.
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