miércoles, 6 de enero de 2021

¿Un mundo perfecto?

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Mientras dejo pasar las horas hasta que pueda ver si sus Majestades los Reyes Magos de Oriente me han traído algún regalo voy a mostrar cómo nos fue la excursión del domingo pasado.

Fue un recorrido interesante, con una buena mezcla entre subidas y bajadas, pues subimos a la Vall de Ebo y salimos de allí por Petracos que son unos kilómetros increíbles con una subida que nos hace disfrutar de unas vistas espectaculares y una bajada hacia Petracos, metidos en el barranco de Malafi que te dejar “helado”, y más ayer que en las bajadas se me agrietaba la cara.

Después, un suave descenso por Parcent, Alcalali, Jalon, Lliber, Gata, Pedreguer, Beniarbeig, y en vez de llegar a Pego por abajo nos gustó más la idea de volver por Sanet y Negrals, Benimeli, Rafol de Almunia y Sagra.

Doce pueblos los que cruzamos en un día lleno de un sol maravilloso pero acompañado de un viento frío que hizo que nuestros aplausos al astro rey fueran más intensos de lo normal, una jornada de cicloturismo “casi” perfecta.

Ya sabemos que no existe casi nada perfecto, ni el mundo y menos aún el hombre, aunque creo que Adán y Eva si lo fueron en algún momento, aunque esta es otra historia que merece ser recordada, y ya lo haremos en otra ocasión. 

Supongo que he podido cometer un error al decir que no existe un mundo perfecto ya que eso puede depender de lo que se entienda por un mundo perfecto. La lista de parámetros que podrían ser cambiados según el criterio de lo “perfecto” es enorme e inacabable.

También deberíamos tener en cuenta las formas y los modos de pensar de la gente que nos ha precedido y la de hoy, que pueden ser bastante diferentes, o sea que tendríamos tantos mundos “perfectos” como políticos, economistas, filósofos y hombres y mujeres de todas las maneras de pensar y de preferir.

Está claro pues que para algunos el mundo perfecto sería más caliente, y para otros más frío. Para unos permitiría vivir hasta los 90 años mientras que para otros provocaría la muerte dulce” (eutanasia obligatoria) de todos a los 60 años. Para unos dominaría su raza y para otros la suya. Para unos se hablaría un único idioma y para otros se conservarían cientos y cientos de idiomas desaparecidos a lo largo de los siglos.

Por cierto, hay que recordar que algunos pensadores antiguos ya comprendieron, con menos adelantos, pero con un gran sentido común, que un mundo material no puede ser nunca perfecto puesto que la materia está siempre abierta a muchas posibilidades, y porque lo imprevisto forma parte de nuestro mundo.  

Y, por si fuera poco, la libertad humana exige, por su misma naturaleza, estar abierta a escoger entre un acto y el contrario, con lo que ello implica para el bien y para el mal. Si escogemos correctamente, brilla algo” de bondad y de perfección (frágil, pero perfección) en nuestro planeta y en el universo entero. Si escogemos erróneamente, desde egoísmos despiadados o desde odios profundos, el mal avanza y los daños pueden ser más o menos dolorosos para otros.

Un mundo así, ciertamente, podría haber sido creado de otra manera, con animales de otro tipo y plantas diferentes, con más o menos estrellas, pero una cosa parece clara, todas las variantes no pueden ir contra de lo que es propia de la materia, su caducidad, ni en contra el riesgo de lo que decidan cada día los hombres y mujeres libres.

Tenemos por tanto el mundo que tenemos. Juzgarlo porque no nos gusta no resultaría sensato. Lo sensato debe ser preguntarnos: ¿qué se quiere de nosotros y que hacemos en este mundo? ¿Cuáles son nuestras responsabilidades respecto a los hombres y mujeres que viven a nuestro lado? ¿Qué sentido tiene nuestra existencia temporal y frágil?

Son las preguntas correctas que pueden orientar nuestras decisiones. Si contestamos bien, si comprendemos (a veces entre confusiones) un poco mejor el sentido profundo del vivir humano, si permitimos que se limpie nuestro corazón de todo mal, seremos entonces capaces de tomar decisiones más cuidadosas, desde un amor concreto a la verdad y a la justicia.

En fin, voy a ver si han dejado algo dentro de los calcetines y a dar las gracias a quien me ha permitido tener pies para utilizarlos.

Buen día.  

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