sábado, 1 de septiembre de 2018

Sábado 1 de septiembre de 2018.

“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer.” (J.H. Newman) 


Empezamos septiembre, un cambio que salvo en el momento de escribir la fecha no vamos a notar puesto que todo va continuar por el mismo camino que hemos estado recorriendo en las ultimas semanas.
A veces hay momentos en los que me cuesta reconocer que avanzo en la edad. Que necesito las gafas para leer… Que ya no es madurez sino descenso de las facultades, sobre todo físicas. Voy al espejo cada mañana y observo que tengo arrugas: en la frente, en el cuello, en el contorno de ojos y labios… Y algunos días me resisto a aceptar el paso del tiempo.
¿Cuánto cuesta aceptar que envejecemos? Cuando hemos puesto todo nuestro ser al servicio de vivir bien y en buscar el bienestar físico. Si ahí estaba nuestro tesoro, ahora vemos cómo se marchita…
Durante la juventud y la madurez es preciso aceptar que el ser humano vive en distintas fases y que ninguna de ellas es eterna.
¿Vale la pena oponer resistencia a la realidad, enfadarse con uno mismo porque ya no tiene tanta buena memoria como antes o ya no puede subir las escaleras tan deprisa? De sabios es tocar con los pies en el suelo y reconocer a qué nivel de capacidades nos encontramos.
Si estamos en contra de la cultura del descarte, y en cambio aceptamos a las personas que ya no tienen todas sus facultades por culpa de la enfermedad o de la ancianidad. Entonces, si de verdad estamos a favor de ello, no nos debería importar que ya nos consideren una persona anciana. O que vayamos reconociendo nuestro proceso de declive, porque sabremos que a nuestro alrededor están dispuestos a amarnos por lo que somos, sencillamente.
En una sociedad que tenga respeto por el valor de la vida, y aún más, el amor por ella, nos van a querer con o sin arrugas si antes han visto en nosotros el ejemplo a seguir.
Cuando esta mañana nos hemos mirado al espejo y hemos visto que nos empieza a salir una pata de gallo no nos preocupemos demasiado, preocupémonos de llenar nuestro espíritu.

Feliz y Dulce Día.

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