martes, 4 de septiembre de 2018

Martes 4 de septiembre de 2018.

“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer.” (J.H. Newman) 


Cada día estoy más convencido de que una de las carencias de nuestra sociedad democrática se encuentra en la endeble conciencia de ciudadanía de que hace gala gran parte de la población.
Ya casi no me acuerdo del empeño que poníamos para ser reconocidos como individuos con plenos derechos civiles y políticos, y parece que, una vez que los hemos alcanzado, nos hemos aposentado, y muchos nos limitamos a vivir ahora como individuos con derechos económicos o pseudo-económicos.
Pero, el individuo de la sociedad democrática es –debería ser - un ciudadano. Alguien que fuera protagonista de su propia historia; alguien formado, con una palabra significativa acerca de lo que le afecta a él y a los demás, que merece ser escuchada por sus conciudadanos. Hay una profunda contradicción interna en la combinación democracia-ciudadanía pasiva. Sin embargo, también la hay entre la democracia y las pervertidas luchas de poder de nuestros representantes políticos, en sus palabras que están vacías de contenido y, sobre todo, de credibilidad. Y, no obstante, convivimos cotidianamente con ello. Aunque estamos pagando un precio.
Yo encuentro, que uno de los grandes fracasos que tenemos hoy en España es nuestra incapacidad para formar auténticos ciudadanos. Me da la impresión de que solo hemos logrado crear  a usuarios del sistema que se benefician de él, sin entrar en el mecanismo de retroalimentación necesario para su supervivencia.
La democracia podrá mantenerse siempre que sea un sistema social y político en permanente desarrollo por ser adecuado a unos individuos maduros y responsables que apuestan por él como instrumento para organizarse colectivamente, enraizados en el aprecio, el respeto y la potenciación de los valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad.
Cuando estos individuos se sienten desvinculados del sistema; cuando éste deja de responder a esa tensión ética de lograr una vida buena adecuada a sus expectativas, el sistema corre un serio peligro.
Me doy cuenta de que tengo muchas cosas que decir, así que mañana, tal vez, un poco más.

Feliz y Dulce Día.

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