“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos
creer.” (J.H. Newman)
Cada día estoy más convencido
de que una de las carencias de nuestra sociedad democrática se encuentra en la
endeble conciencia de ciudadanía de que hace gala gran parte de la población.
Ya casi no me acuerdo del
empeño que poníamos para ser reconocidos como individuos con plenos derechos
civiles y políticos, y parece que, una vez que los hemos alcanzado, nos hemos
aposentado, y muchos nos limitamos a vivir ahora como individuos con derechos económicos
o pseudo-económicos.
Pero, el individuo de la
sociedad democrática es –debería ser - un ciudadano. Alguien que fuera protagonista
de su propia historia; alguien formado, con una palabra significativa acerca de
lo que le afecta a él y a los demás, que merece ser escuchada por sus
conciudadanos. Hay una profunda contradicción interna en la combinación democracia-ciudadanía
pasiva. Sin embargo, también la hay
entre la democracia y las pervertidas luchas de poder de nuestros representantes
políticos, en sus palabras que están vacías de contenido y, sobre todo, de
credibilidad. Y, no obstante, convivimos cotidianamente con ello. Aunque estamos
pagando un precio.
Yo encuentro, que uno de los
grandes fracasos que tenemos hoy en España es nuestra incapacidad para formar
auténticos ciudadanos. Me da la impresión de que solo hemos logrado crear a usuarios del sistema que se benefician de
él, sin entrar en el mecanismo de retroalimentación necesario para su
supervivencia.
La democracia podrá mantenerse
siempre que sea un sistema social y político en permanente desarrollo por ser
adecuado a unos individuos maduros y responsables que apuestan por él como
instrumento para organizarse colectivamente, enraizados en el aprecio, el
respeto y la potenciación de los valores de la libertad, la igualdad y la
solidaridad.
Cuando estos individuos se
sienten desvinculados del sistema; cuando éste deja de responder a esa tensión
ética de lograr una vida buena adecuada a sus expectativas, el sistema corre un
serio peligro.
Me doy cuenta de que tengo
muchas cosas que decir, así que mañana, tal vez, un poco más.
Feliz y Dulce Día.
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