“-El amanecer no está lejos- dijo
Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo
Aragon.”
“El señor de los anillos”.
J.R. Tolkien.
Después de haberme saltado el
día de ayer por unos motivos que tienen que ver más con el poder de las sábanas
que por cualquier otro motivo relacionado con alguna obligación, aquí estoy un
día más.
Hoy es el primer día de este
otoño en que la temperatura en mi balcón baja de los 20 grados, para ser exacto
tengo 19,3 grados, lo que pinta bien.
Después de todo lo que estoy
leyendo no hay más remedio que admitir que la hipocresía no tiene color, sino
que más bien juega con las gamas de colores. Se insinúa y seduce en “claroscuro”,
con “la fascinación de la mentira”.
Al final resulta que la hipocresía
es ese modo de vivir, de obrar, de hablar, que no es claro. Quizás muchas veces
sonríe, tal vez está en algunas ocasiones serio, no ilumina, no ensombrece, se
mueve de una manera que parece no amenazar a nadie, como la serpiente, pero
tiene el atractivo del claroscuro. Tiene esa fascinación de no mostrar las
cosas claras, de no decir las cosas claramente; la fascinación de la mentira,
de las apariencias.
Hay tantos ejemplos que no
vale la pena poner nombres pero los vemos como están llenos de sí mismos, de
vanidad, y vemos como les gusta pasear por los medios de comunicación haciendo
ver que son importantes y gente culta.
Sin embargo, estoy tranquilo,
porque ellos deberían de saber porque se lo enseñaron cuando eran pequeños, supongo, que
«no hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser
conocido».
Feliz y Dulce Día.
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