sábado, 22 de septiembre de 2018

Sábado 22 de septiembre de 2018.

 “-El amanecer no está lejos- dijo Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo Aragon.”
“El señor de los anillos”. J.R. Tolkien.


Hoy ya me encuentro con una temperatura de 24 grados, lo que tristemente o alegremente, nos indica que nos espera otro día de verano, tal vez el último o de los últimos.
Me parece que ayer no deje bastante claro que la transparencia y la discreción son dos cualidades que a primera vista parecen opuestas, pero que, si profundizamos en ellas, no es difícil descubrir que son dos virtudes que estrictamente se exigen la una a la otra.
Estoy seguro de que si pensamos un poco todos encontraremos muchos ejemplos en los que se incurren en peligrosas indiscreciones para aparentar una transparencia de la que carecen o para lograr un protagonismo que no merecen.
Hay que defender la transparencia porque se es una persona discreta, esto es, porque se tiene la capacidad de discernir el alcance que puede tener lo que sabemos. Hay que estar enamorado de la verdad, estar comprometido en la búsqueda de las verdades realmente decisivas. Sabemos que no debemos ni podemos mentir y quizá por eso muchas veces debemos optar discretamente por el silencio.
Ya se, lo se, que la norma primera es la de decir siempre la verdad, sabiendo que ese principio no equivale a decir toda la verdad o todas las verdades en todo momento, lo que sería muy cansado, ni tampoco equivale a tener que decírsela constantemente a todo el mundo, lo que resultaría insoportable, además de injusto en algunos casos.
Cuando no pueda decirse la verdad o toda la verdad, porque ésta resulte hiriente, porque no puedan entendernos o no quieran escucharnos, o simplemente porque no tengamos derecho a decirla, si no daña a nadie, lo sabio es optar por el silencio. Esto requiere un esforzado aprendizaje y, sobre todo, una gran humildad.

Feliz y Dulce Día.

No hay comentarios: