miércoles, 14 de marzo de 2018

Miércoles 14 de Marzo de 2018.



Miércoles 14 de Marzo de 2018.
“En un mundo superior las cosas no acaecen así, pero acá abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado frecuentemente”. J.H.N. 
Si hay un tema que esta llenando todos los medios de comunicación es el asesinato de  Gabriel Cruz, y ante muertes y desgracias tan incomprensibles es normal que nos hagamos muchas preguntas aunque la más clásica en el entorno en el que vivimos es: ¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué permite Dios estas cosas?
Hoy es un buen día para estos interrogantes puesto que los 14,4 grados de mi balcón y lo despejado que esta nos anuncia que tendremos un día espléndido.
Esas mismas preguntas nos la formulamos una y otra vez, cuando contemplamos el espectáculo de los tantos horrores que nos afligen. Cuánta gente se lo ha preguntado: ¿Dónde estaba Dios el 11 de marzo? Y hoy, ¿dónde está Dios, mientras decenas y centenas de personas siguen muriendo diariamente en medio oriente? ¿Dónde está Dios, mientras miles de hombres siguen muriendo, cercenados por las balas, o por el hambre, o por las enfermedades, en muchos países de África, ante la indiferencia o el olvido de los grandes de la tierra? ¿Dónde está Dios?
Las preguntas suponen que Dios debería evitar que se cometieran injusticias. Es obvio que sólo podemos encontrar respuestas los que creemos en la existencia de Dios o de un ser superior, y estas van a ser tan variadas como creencias tengamos.
 ¿Por qué Dios permite tantas maldades en los corazones humanos? No tiene difícil respuesta para los católicos, aunque no desvele lo que de suyo es misterio. Sencillamente porque Dios ha dotado al hombre de libre albedrío, y no podemos ser libres a ratos. Lo somos verdaderamente, pero con las consecuencias de una libertad que, por no ser divina, es falible.
La elección del mal es manifestación de libertad, aunque sea fallida, en cuyo caso no perfecciona al hombre. Es la libertad que puede acontecer en un ser limitado. Por eso la adhesión al bien pertenece a la esencia del libre albedrío, siendo la elección del mal una libertad equivocada, la que puede darse en un ser finito.
Y es que la libertad no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos, verdaderos y buenos. De ahí la obligación natural de buscar la verdad. 
Por eso, aquellas preguntas “¿dónde estaba Dios?”, “¿dónde está Dios?”, están mal formuladas. La pregunta es: “¿Dónde estaba yo? ¿Dónde estoy yo?”.
En fin, hay mucho que hablar.
Feliz y Dulce Día.

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