Domingo 18 de Marzo de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo.
¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me deseas un buen día, o quieres
decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o que hoy te sientes bien; o que
es un día en que conviene ser bueno?
-Todo eso a la vez- dijo Bilbo.
(El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Ayer por la tarde, después de
entrenar, me dí cuenta que muchas veces al discutir o conversar sobre un tema
no solo confrontamos ideas, sino que frecuentemente el debate lo centramos en
las personas. ¿Por qué nos ocurre esto? Antes de responder os diré la
temperatura en mi balcón porque sino con las prisas es fácil que se me olvide,
ahora 12,6 grados, para mi frío.
La respuesta es fácil: las
ideas "existen" y mantienen su vigencia porque son defendidas por
personas concretas. Por eso, cuando
criticamos una idea es fácil empezar a criticar también a quien la defiende. Al
mismo tiempo, cuando sostenemos una idea solemos ensalzar a los que la comparten.
Y esto me sucedió ayer, pues provoco
distorsiones en la conversación, sobre todo cuando di más relieve a los
defensores de una idea y menos a los argumentos en cuestión.
Y esta noche, reflexionando
sobre lo que me sucedió, me he acordado de esa famosa reflexión de Sócrates a
sus amigos pocas horas antes de morir: no os fijéis en que yo digo esto, sino
considerad si es o no es verdadero. Porque la amistad o simpatía que sentimos
hacia una persona no debe ofuscar la mente en la búsqueda por la verdad.
Pero esto es complicado cuando
se discute con amigos, por eso las discusiones bien llevadas no se deben perder
en ataques o en apologías respecto de las personas, sino que deben ir a fondo
sobre cada cuestión, aunque avanzar en la misma pueda llevar a dejar a un lado
las opiniones de un amigo.
Si discutimos como seres
humanos es porque creemos, como creía Sócrates, que el diálogo bien llevado
sirve para desenmascarar los errores y para acercarnos a la anhelada meta de la
verdad.
Feliz y Dulce Día.
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