lunes, 12 de marzo de 2018

Lunes 12 de Marzo de 2018.




Lunes 12 de Marzo de 2018.
“En un mundo superior las cosas no acaecen así, pero acá abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado frecuentemente”. J.H.N. 
Ayer por la tarde al regresar de Guadassuar me encontré con muchos mensajes en lo que se insistía en que debería ser mucho más optimista, pero yo no estoy de acuerdo o por lo menos no con ese tipo de optimismo que me contáis.
Ahora que en mi balcón tengo una temperatura de 14,4 grados, os diré que mucho de ese optimismo general os hará olvidar toda decadencia y toda destrucción y terminara por pareceros suficiente para compensar todo lo negativo.
Voy con un ejemplo; ¿Qué habríais dicho de un empresario que siempre esta en números rojos, pero que en lugar de reconocer sus pérdidas, de buscar las razones y de oponerse con valentía, se presenta ante sus acreedores únicamente con optimismo? ¿Qué habría que pensar de la exaltación de un optimismo simplemente contrario a la realidad?
Ese optimismo podía ser sencillamente una cobertura, detrás de la que se escondiera precisamente la desesperación, intentando superarla de esa forma. Pero podía tratarse de algo peor: este optimismo metódico venía producido por quien desea que todo siga como esta.
Y ahora podemos ver que el fenómeno del optimismo puede tener por tanto dos caras: por una parte supondría la felicidad de la confianza, aunque más bien la ceguera, de los ciudadanos que se dejan calmar con buenas palabras; por otra existiría una estrategia consciente para no producir ningún tipo de cambio ni ningún tipo de solución.
¿Y porque me centre en el principio de la esperanza? Porque la esperanza es la esencia de lo que aún no existe. Una filosofía justa de vida no debe pensar en estudiar lo que es (esto es conservadurismo o reacción), sino a preparar lo que aún no es, ya que lo que es, es digno de perecer; el mundo verdaderamente digno de ser vivido todavía debe ser construido.
Nuestra tarea como personas creativas es por tanto la de crear el mundo justo que aún no existe; para esta tarea, nuestra visión de la vida debe desempeñar una función decisiva: se debe convertir en un laboratorio de la esperanza, en la anticipación del mundo del mañana en nuestro pensamiento, en la anticipación de un mundo razonable y humano, que no se ha formado por casualidad, sino pensado y realizado por medio de nuestra razón.
Tal vez haya sido un poco larga la explicación y a la vez un poco corta la conclusión pero no es lo mismo escribir que hablar.
Feliz y Dulce Día.

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