¡¡¡Muy buenos días, amigos!!!
Está
siendo una distracción bonita, esta de hablarle a ese yo de hace 20 años, y lo
es porque me doy cuenta de todo el camino que he recorrido hasta llegar hoy,
también lo es porque si algo le está sirviendo a este Vicent del presente es un
sentimiento de agradecimiento, por todo lo bueno que he recibido en estos veinte
años.
Pero,
hoy voy a dejar tranquilo a mi otro yo, se jubila mi gran amiga Tere y no puedo
resistirme a decirle algunas cosas sobre la jubilación.
Sí.
Jubilada por lo civil, que no para lo vivir, porque un servidor lleva ya unos
pocos años jubilado y sabe lo que dice.
¿Y
cuál es la diferencia? Por lo civil, eres un trabajador más, que lleva
cotizando muchos años y que a partir del día de hoy tiene derecho a jubilación
y pensión correspondiente. Como todo el mundo. Otra cosa, aquí viene lo interesante,
es que, sintiéndote con la salud de un roble, tienes que seguir al frente de tu
familia y de tu vida. No es tan complicado.
Una
de las cosas buenas con las que nos encontramos los jubilados es que tenemos
memoria y tiempo para convertirla en experiencia y lo que hemos vivido en
enseñanza. Si no utilizáramos esta ventaja seríamos cómo unos niños incapaces
de progresar y de aprender.
¿Qué
es progresar si no perfeccionar lo que se sabía y aumentar lo que se tenía? Pero
sin memoria no habría nada que mejorar y estaríamos obligados a empezar todo de
nuevo en cada ocasión. Creo recordar que fue Bernardo de Chartres, un sabio
medieval, quien dijo: “que un enano ve mejor si se encarama en los hombros de
un gigante” y es verdad. Pero si no tuviéramos memoria, donde nos tendríamos
que subir.
Si lo
pensamos un poco nos encontraremos con que la memoria es como un disco duro en
el que guardamos lo que ya sabemos para desde ahí ir en busca de lo que nos
falta saber.
Tenemos
un disco duro lleno de información y ahora una vez jubilados es el mejor
momento para utilizarlo.
En
otras palabras, el progreso existe porque existe la memoria. ¿Habéis
pensado en ello? Hay quienes dicen, sobre todo últimamente, que la memoria es
retrógrada porque vive del pasado; yo creo, por el contrario, que la memoria es
eminentemente progresista. Si no fuera por ella tendríamos que recomenzar cada
vez todas las cosas.
Gilbert
K. Chesterton escribió en su libro “Lo que está mal en el mundo” que nada hay tan
poco práctico cómo los hombres prácticos, pues éstos están habituados a que las
cosas funcionen bien, pero que nada pueden hacer cuando éstas lo hacen mal. Escribió:
«Si un aeroplano sufre un ligero desperfecto, un hábil mecánico puede
componerlo. Pero si está gravemente dañado es probable que algún viejo profesor
distraído, de pelo canoso, tenga que ser sacado de alguna universidad o de
algún laboratorio para analizar la avería. Cuanto más complicada sea la rotura,
tanto más distraído y canoso tendrá que ser el teórico que se necesite para
repararla».
Así
es, en efecto: un técnico sabe el cómo, pero el profesor sabe el porqué: he ahí
la diferencia. Nosotros ahora jubilados tenemos la posibilidad de saber el
porqué de las cosas
Bien,
voy a terminar. Si lo que nuestra sociedad quiere es construir cualquier
futuro, haremos muy bien prescindiendo de los jubilados; pero si lo que
queremos es un futuro progresista, es decir, un futuro que no sea una mera
repetición de lo pasado, entonces los necesitamos; y cuanto más
progresista queramos el futuro, tanto más canosos deberán ser los señores que
nos ayuden a construirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario