¡¡¡Buenos días!!!
Mientras
tanto, continuaré con mis “sermones” de todas las mañanas. Si miramos un poco
el que ha sucedido a lo largo de la historia nos resultara fácil darnos cuenta de
que en toda nuestra existencia los hombres hemos estado de acuerdo en algunas
cosas que harían que nuestras sociedades fueron mejores, por ejemplo; a tratar
de ser personas más justas, a ser lo más prudentes que podamos, a ser moderados
con nuestras manías o vicios y a hacer todo el posible para vencer nuestros
miedos y a la vez huir de la temeridad.
Veamos,
cuando he dicho que buscamos ser prudentes el que estoy diciendo es que hay que
tomarse el trabajo de pensar en el que estamos haciendo y en lo que pasará si
lo hacemos. Ya sé, que hoy en día esta actitud no está de moda y que pensar
para hacer las cosas bien no sé ve como una buena cualidad. De hecho, porque se
nos dijo que solo podríamos conseguir el reino de los cielos haciéndonos como
niños, muchos cristianos y no cristianos han llegado a la conclusión de que
mientras seamos buenas personas no importa que seamos imbéciles.
Pero
esto es un malentendido. Para empezar, no se dijo que teníamos que permanecer
como niños en cuanto a su inteligencia, por el contrario, se nos dijo, creo
recordar, que fuéramos no solo “inocentes como palomas” sino también “cautos como
serpientes”, no sé si las palabras son exactas, pero más o menos.
Hay
que tener un corazón de niño, pero una cabeza de adulto. Tenemos que ser
sencillos, coherentes, cariñosos y estar preparados para aprender, como son los
niños buenos, pero también debemos tener toda la inteligencia que podamos para
estar alerta en todo lo que hacemos. Mirad, por el hecho de que estéis
colaborando o dando dinero a una obra de caridad no significa que no necesitáis
averiguar si esa obra de caridad es un fraude o no.
Bien,
mañana continúo que ahora no puedo “rematar” el tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario