jueves, 2 de febrero de 2023

¡¡¡Buen jueves!!!

 ¡¡¡Buenos días!!!

    Como esta noche ha sido de dormir poco, cometí el “error” de tomarme un café pasada ya la media tarde, he tenido tiempo para buscar un buen ejemplo que intente aclarar lo que decía ayer. Y, creo haberlo encontrado en una Comparsa de Moros y Cristianos.

Si ahora pensamos en todos nosotros, en nuestra sociedad, y nos viésemos como una Comparsa en perfecta formación. El desfile que realizáramos será un éxito solo si, en primer lugar, no chocamos los unos contra los otros o no nos cruzamos en nuestra trayectoria y si, en segundo lugar, si cada uno de nosotros estamos en buen estado para desfilar. De hecho, no es posible tener una de estas dos cosas sin la otra.

Si no hacemos más que chocar los unos contra los otros no podremos avanzar. Por otro lado, si no nos encontramos bien o estamos desorientados no podremos evitar estar tropezando los unos con los otros.

Pero hay una cosa que todavía no hemos considerado. No hemos preguntado dónde se dirige la comparsa. Puede ser que todos estemos bien, en forma, pero así y todo el desfile podría no ser un éxito si unos marcar un paso moro y otros el cristiano. Y por bien que nos encontremos todos y marcamos el mismo paso, si en la próxima esquina unos van a la derecha y otras quieren ir a la izquierda, tampoco vamos a desfilar bien.

La moral, por lo tanto, es lo que se ocupa de estas tres cosas. La primera, de la armonía entre los componentes. La segunda, mantener en condiciones a los componentes para que puedan desfilar. Y la tercera, del objetivo final, del rumbo que tendría que seguir la comparsa para acabar con éxito el desfile.

Lo que sucede en nuestra sociedad es que casi siempre se está pensando en la primera cosa y se olvida de las otras dos.


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