martes, 14 de febrero de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Qué extraordinario martes vamos a pasar!

 ¡¡¡Buenos días!!! 

Volviendo al conocido lema de: “nosotras parimos, nosotras decidimos” tengo que admitir que las mujeres tienen la libertad de acabar con la vida de un ser humano que, en este caso es su hijo, pueden hacerlo, es verdad, aunque tengo que añadir que no deben hacerlo, sin embargo dar a luz a un hijo, es decir, ser madre de uno alojado en su vientre, no convierte a la madre en dueña de su hijo, ni antes, ni después del parto y, es que nadie tiene la facultad de reclamar derechos sobre la vida de otro ser humano.

También es cierto que sólo las mujeres pueden parir, pero no por eso tienen la libertad de decidir matar al ser que se encuentra en sus entrañas.

Ayer por la tarde me argumentaron que en realidad no se mata una vida porque no hay vida en el embrión o en el feto y que sólo puede tenerla en potencia. Vale, de momento parece un argumento aceptable, sin embargo, por la noche pensando sobre esta cuestión recordé que Aristóteles me podía mostrar una respuesta que me convenció de lo contrario. Aristóteles explica en su Metafísica que el cambio que experimentan los seres, todos los seres, puede ser sustancial o accidental. Por ejemplo, es substancial cuando un León se come a un antílope, y éste deja de ser lo que es y se convierte en parte de la naturaleza del León.

Por otro lado, en el cambio accidental, la substancia está en acto en cuanto substancia, pero está en potencia respecto de los accidentes que la califican. Lo entendí mejor con este ejemplo, un niño varón, se va convirtiendo en un adolescente aumentando de peso y de estatura, de masa muscular, de fisonomía, etc., hasta que el cabo del tiempo puede estar irreconocible, aunque sea siempre, substancialmente, es el mismo ser humano hasta su muerte.

Lo mismo pasa con el ser-humano-embrionario-y-fetal; la diferencia es que no lo vemos, ni su madre, pero es el mismo ser humano.  

Un gameto humano (óvulo fecundado) está en acto de ser gameto humano y en potencia de ser embrión; pasa el tiempo y éste está en acto de ser embrión y en potencia de ser feto humano; pasa el tiempo y éste está en acto de ser feto y en potencia de ser bebé y de nacer. Es decir, el gameto sigue siendo la misma substancia (ser humano), pero adquiere su desarrollo natural por los accidentes que lo van conformando: peso, forma, tamaño, etc., por lo cual no es que la vida esté en potencia, sino que es vida en acto, pero en desarrollo potencial.

Puede parecer un poco complicado de entender, pero solo tenemos que utilizar un poco de nuestro tiempo en pensarlo y se comprende sin problema.

Es verdad que todos los seres humanos siempre estamos en potencia de algo, pero también lo es, como lo hemos visto, que estamos en acto de ser humanos, desde la fecundación. Esto es, una vez que nace se pasa, de bebé (en acto) a ser niño (en potencia), a ser adolescente (en acto), a ser abogado (en potencia), a ser abogado en acto si cumple con los accidentes (requisitos) que lo hacen ser abogado, o arquitecto, o campesino, u obrero, etc., y así hasta la muerte, de la que todos, sin excepción, estamos en potencia…

La vida, como he dicho, es un continuo desde la concepción (hay quienes dicen que es desde la fecundación, en lo cual estoy de acuerdo) hasta la muerte natural. Nadie, repito, tiene derecho a matar a un ser humano, nacido o no. Se me dirá, con razón, que hay países en donde aún existe la pena de muerte.

Pero esto es otra historia que si puedo mañana desarrollare. 

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