“El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton
Ya falta menos de una semana para empezar a
pedalear, el tiempo de espera ha terminado y es el momento de la acción. Y
aunque ahora no se usa la brújula para guiarnos, sí que he considerado
interesante tener siempre una a la vista para que me diga donde se encuentra el
norte al que quiero llegar. Para recordarme hacia donde me tengo que dirigir.
Estoy seguro de que “subiendo” al norte voy a
conocer muchos lugares, de los cuales una buena cantidad van a poseer un
interés artístico que me van a “obligar” a detenerme para admirarlos, por
supuesto también encontraré paisajes que también conseguirán que los disfrute
igual que cualquier maravilla arquitectónica o cualquier pintura, en realidad
voy a estar rodeado de arte en todo momento, considerando como arte cualquier cosa
que se transforme en un camino que me lleve a la admiración, al encuentro y al
crecimiento personal.
Cuando se admira todo lo que tenemos alrededor,
un viaje en solitario no es tal, no nos sentimos solos, y a la vez, vamos a
tener la necesidad de compartir esos momentos. Para admirar las cosas de este
mundo, ya sé que no se necesita hacer viajes largos, ni subirse a una
bicicleta, hay libros, internet, conversaciones, conferencias, cursos, etc.
¡Qué difícil será y es hablar de una gran obra!
Sin duda. Además, el valor de una obra maestra es relativo, en relación con lo
que recibe. Normalmente se cree que la importancia de una obra de arte se puede
medir por la reacción de las personas frente a esa obra, por la relación que
resulta entre ella y la sociedad. En términos generales, esto es cierto.
Pero lo aparentemente contrario a la lógica es la
obra de arte, en ese caso, pues depende totalmente de quienes la reciben, de
que esa persona sea capaz o incapaz de descubrir, de percibir lo que une la
obra con el mundo y con una persona, que, es el resultado de sus propias
relaciones con la realidad. No podemos pretender que nuestra opinión, que
nuestro juicio sea objetivo, cada juicio nuestro está condicionado por una
variedad de interpretaciones. Si una obra de arte es considerada como tal a los
ojos de muchas personas, de la mayoría, esto suele ser el resultado de
circunstancias casuales y resulta por ejemplo del hecho de que aquella obra de
arte tuvo suerte con quienes la interpretaron.
Por otra parte, las afinidades estéticas de una
persona en muchos casos dicen mucho más sobre la propia persona que sobre la
obra de arte en sí.
Voy a ver infinidad de obras de arte, estoy
seguro, y muchas de ellas, a lo mejor solo lo van a ser para mí, de momento al
levantarme cada mañana ya me muestra la obra de arte que es la vida, ahora bien,
para los demás ya no sé, me conformo con que al menos lo intenten.
En fin; Buenos días.
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