“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Por fin parece que ha llegado el día, mañana comenzamos,
pondré rumbo al norte, al Nordkapp, y empezare a ver cumplido un sueño y un
proyecto que en algún momento puede que haya llegado a convertirse en una
obsesión.
Y aquí, llegado a este momento, me gustaría trasmitir
que independientemente de la edad que tengamos y del estado familiar, de nuestros
los errores, fracasos y tropiezos o posición social, todos debemos tener sueños
y proyectos personales por cumplir hasta el último momento de la vida. ¡Nunca!
abandonemos los nuestros, ni por un momento.
Y es que cuando dejamos de soñar, de tener proyectos
e ilusiones, comienza a nacer en nosotros la depresión, aparece la frustración,
empezamos a desmotivarnos y, esto nos va a suceder a cualquier edad, no importa
la edad que tengamos.
Solteros o casados, viudos, adolescentes,
jóvenes, maduros o personas mayores etc. Todos tenemos derecho a desear
intensamente que lo que nos parece imposible suceda; a superarnos, a confiar en
nuestras propias capacidades, a tener objetivos. Nuestro estado no nos debe
impedir jamás buscar ser mejores personas, mejores seres humanos, a superarnos
y ser mejor mujer o mejor hombre.
Somos libres y tenemos derechos, pero no para
destruirnos y para destruir a los demás, sino para ser mejores, para lograr
nuestro bien y el de los demás. Todos tenemos derecho a ese sentimiento de
alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir
algo que se desea intensamente.
Tenemos que vivir la vida, con la satisfacción de
ir logrando realizar esos sueños, esos proyectos e ilusiones, de lograr o de
que suceda algo que se anhela o se persigue como padres, madres, hermanos,
hombre, mujer, esposo o esposa.
Mañana empiezo un sueño o tal vez una obsesión,
no lo sé con seguridad.
Buenos días.
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