“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Ya
estamos con los últimos detalles, reduciendo la longitud y el peso de las
herramientas, ajustando los portaequipajes, poniendo pilas nuevas a nuestros aparatos
electrónicos…etc. pequeños detalles que espero
nos eviten problemas más adelante.
Muchas
veces en esos pequeños detalles está el éxito de nuestras pequeñas aventuras.
Si lo miramos despacio, nos daremos cuenta de que todo en la vida también son
detalles. Las grandes cosas nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver
esas pequeñas maravillas que nos rodean cada día. El canto de un pájaro, esa
flor que se acaba de abrir, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse
pueden hacer diferente nuestro viaje en ese día que pensamos que no pasa nada.
Ya sé
que reducir la llave Allen del pedal a la mínima expresión, cambiar todos los
tornillos de los portaequipajes para que sean iguales, poner pilas nuevas para
asegurar que no se terminaran cuando más difícil sea sustituirlas, reducir el
mango del martillo para las piquetas, son detalles que por separado no tienen
mucha importancia, pero la verdad es que me dejan más satisfecho y convencido
de que estoy haciendo lo que debo y puedo para hacer el viaje más cómodo.
Se
piensa a veces que solo las acciones grandes y que llaman más la atención, como
cambiar de bicicleta o ese maravilloso paisaje que se ve desde la cima de un
puerto, son las que más satisfacción nos van a dar, pensamos que es un suceso que
de golpe cambia todo el sufrimiento de la subida, por ejemplo. Esto es falso,
en verdad lo maravilloso de un puerto de montaña se encuentra también detrás de
cada curva, en detalles que llenan cada kilómetro de la dura ascensión, en ese
parar y mirar atrás, en ver todo lo que llevas ascendiendo, pequeños detalles que
hacen grande todo el conjunto.
Nos
dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza de las grandes
maravillas. No hay que desestimar jamás el poder de las cosas pequeñas: una
flor en la cuneta, una oruga que intenta cruzar el camino, ese caracol que a
veces nos acompaña en la subida. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no
pensemos que son insignificantes.
Buenos
días.
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