“Hay cosas más importantes que la paz, y una de ellas es la dignidad humana” (G. K. Chesterton).
Hemos
escrito ya algunas entradas quejándonos de la invasión de Ucrania por parte de
Rusia, y no he escrito sobre el posible motivo, ya que debe de haber una razón,
siempre la hay.
Se
lee mucho sobre Putin, sin embargo, no creo que estuviera haciendo lo que está
haciendo si no pensara que tiene un apoyo incondicional. Veamos un poco como se
ha movido estos últimos años, podría decir, viendo cómo se mueven los
nacionalistas que tenemos a nuestro alrededor que Putin lo es, y como tal es
también un populista.
Como
nuestros populistas y nacionalistas también usa el malestar de la población, su
mala situación económica y promueve una nostalgia por una “gran” historia
pasada. Como ellos, Putin es incapaz de ofrecer prosperidad económica, no sabe
ni puede ofrecer desarrollo, y cambio ofrece un sucedáneo a todo eso, ofrece espectáculo
y excitación.
Para
ello se construye por medio de la manipulación de la opinión pública un supuesto
enemigo exterior: en los que tenemos a nuestro alrededor es España y para Putin
es Occidente. Se explota el miedo insinuando que a pesar de que somos fuertes económica
o militarmente estamos siendo acosados para que perdamos nuestra fuerza,
nuestra situación económica y seamos cada vez más débiles.
No es
por tanto de extrañar lo que ha sucedido. Teniendo en cuenta que estamos en una
época en la que parece que lo que nos mueve en la vida es el resentimiento y la
sensación de agravio. El nacionalismo, porque Putin lo es, trata de llenar ese
vacío social y la ausencia de vínculos que crea el individualismo con una falsa
idea de pertenencia. Estamos viendo cómo resulta de peligroso el nacionalismo
que al final siempre termina apropiándose de lo más humano, la búsqueda de un
sentido en la vida.
Cuando
nos convencen de que no hay esperanza en un mundo mejor entonces es muy fácil crear
en nosotros la ira. Y, esto nos hace tener la sensación de que la violencia va
a solucionar algo, pensábamos que esa sensación la teníamos superada, pensábamos
que después de las guerras del siglo pasado habíamos aprendido que la guerra no
soluciona nada, nos habíamos relajado, pero, resulta que lo que aprende una
generación está visto que no sirve para la siguiente, sino que hay que estar
continuamente repasando la lección.
Ya se
que muchos lo vieron venir, pero la mayoría no, cuando Putin unos días antes de
comenzar la invasión, en el discurso en el que justificaba el reconocimiento de
las autoproclamadas repúblicas independientes del Donbás, conto una historia irreal
y llena de fantasías, repitiendo lo que escribió este verano en un largo
articulo en el que Ucrania sería “parte inseparable” de un único espacio
espiritual. Ya estaban las cartas sobre la mesa, la partida ya había comenzado,
lo que está pasando ahora, con toda esa violencia que nos parece increíble, es
algo que era previsible.
Esa
concepción del mundo que puede tener Putin no debería de haber sido más que un
punto de vista y así lo consideramos la mayoría, pero nos olvidamos del
populista y del nacionalista, y en vez de ser solo un buen argumento para una película
se ha convertido delante de nuestros ojos en una tragedia.
Vivimos
unos días trágicos, pero aún hay quien comenta los acontecimientos sin darse
cuenta de que el drama ya se ha convertido en tragedia, y en una tragedia muy
concreta, que afecta a la gente, a sus posibilidades de afrontar la realidad y
de sobrevivir (literalmente), de tener una auténtica vida humana.
En
fin, esto a comenzado mal y me temo que terminara peor.
Buenos
días.
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