sábado, 12 de marzo de 2022

Días de preparación.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

Cada día procuro preparar algo del viaje, una pequeña cosa cada día, sin prisa para no entrar tan pronto en el estrés que me suele aparecer en las semanas previas. Hoy busco y coloco en una bolsa las herramientas de la bicicleta, mañana compruebo que tengo localizados los mapas de Francia, Alemania, Suecia y Noruega, pasado mañana repaso la cubertería y vajilla de camping, en fin, se trata de no llegar a la última semana y darme cuenta de que me falta algo.

En definitiva, ser previsor. Pero en el fondo todo esto nace de mi miedo a no estar preparado, por lo desagradable que resulta y por lo probable de empezar mal.

Ese miedo, no es exclusivo del viaje, lo siento en casi todas las situaciones en las que tengo que hacer algo, y en todas me parece lo más inteligente estar preparado, prevenido contra diferentes situaciones, dispuesto para todo y no solo con lo que necesito, sino también para aquello que no quiero que suceda. Voy colocando protecciones ante los problemas que me puedan surgir, capas y más capas, como corazas que me hacen ver sin miedo todo lo que me rodea, pero lo que sucede en realidad es que me siento acongojado ante el futuro. Cada nuevo objetivo o ilusión que imagino me hacer llevar un escudo más, y a veces lo puedo llevar bien, otras ese peso se hace insoportable, y siempre me impide moverme con comodidad.   

Ya sé, supongo que ese miedo es totalmente natural. Que tengo que escucharlo, porque marca la diferencia entre la valentía y la temeridad, pero si bien estoy de acuerdo en que es un freno necesario, no puedo permitirle que sea quien dirija mi vida. Esas corazas me encierran, evitan que mi horizonte se amplíe, que entren más proyectos, más historias, personas, alegrías… y es verdad, también llegaran nuevas preocupaciones y problemas. Por eso a veces me resulta necesario quitarme las corazas y dejar que me lleguen los problemas, dejar que me puedan herir, ir solo con la cara “recién lavada”, a corazón abierto y arriesgarme a las heridas que ello traerá.


A nadie le gustan los momentos malos, asusta pensar en los días amargos, pero en la vida como en la naturaleza las tormentas con sus rayos y truenos también son necesarias para crecer, pues sin el agua que nos dejan no sobreviviríamos, nuestro árbol necesita agua.

Estoy en tiempo de preparación, de reflexión, de ver problemas y soluciones, se puede pensar que es un tiempo de preocupaciones y un poco sombrío, pero no es del todo cierto. Estoy en camino, y su final no es una pena sino una alegría. Es costumbre ver este periodo de preparación para un viaje como un tiempo un poco lúgubre donde tenemos que concentrarnos en buscar los problemas que puedan surgir para a continuación encontrar las soluciones. Como si su único fin fuera el conseguir que nuestro viaje sea lo más perfecto posible. Pero esto tampoco es del todo cierto. Este periodo es camino, es viaje, el viaje ya ha comenzado.

Si todo lo anterior es verdad, me obliga a cambiar un poco la mirada de estos días que transcurro entre preparativos, elecciones de material y ultimando los pequeños detalles. Es verdad que puede ser pesado y aburrido, que se me puede hacer cuesta arriba, pero como sucede en los puertos de montaña no nos vamos a quedar en la cima, vamos a disfrutar después en la bajada, ya más preparados.

Hay que buscar la utilidad de estas incertidumbres internas, la finalidad podría ser el que vaya calando en nosotros la sensación de “viaje”. Tenemos que empaparnos de esa emoción, de ese efecto de “modo bici-turismo”, que nos alcanzará en el primer día que nos subamos a la bicicleta. Por esto, estos días tienen todo su sentido. Necesitamos estos días de reflexión, de trabajo, de preocupaciones, de papeleo… para dejarnos impregnar por dentro, con el único deseo de vivir en toda su magnitud la experiencia de empezar a pedalear.

En fin, estos días son un tiempo precioso para afinar nuestra mente y nuestro cuerpo a vivir unos cuantos meses al aire libre.

Buenos días.

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