“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
La segunda dosis de la vacuna para combatir la covid-19 ya está trabajando en mi cuerpo, eso quiere decir que, si mi cuerpo la asimila bien y no produce ningún problema, al principio de la semana que viene estaremos preparados para empezar a pedalear con las alforjas. Ahora solo queda esperar a tener en nuestras manos la tarjeta sanitaria europea y, nos pondremos en marcha.
Nos
quedan, como siempre, unos días de verdadero ajetreo con los preparativos, no
solo con el material que nos vamos a llevar sino también con los pequeños
“asuntos” que hay que dejar zancados antes de comenzar a pedalear.
En
fin, lo normal, aunque tengo que decir que la intención esta vez es realizar un
viaje más largo, con más tiempo y más kilómetros, de ahí que la logística sea
un poco más compleja.
En
cuanto los kilómetros y los días sobrepasan los mil y el mes, es seguro que la
ruta que nos hemos imaginado no se va a cumplir, los imprevistos pueden y de
hecho van a ser tantos que empezar con la idea de cumplir un imaginario plan al
pie de la letra es una temeridad que con el transcurso de los días puede transformar
nuestro bonito sueño en una pesadilla.
No
existe duda de que nos gusta vivir y viajar con libertad, escoger nuestras
distracciones y pasatiempos, ir a nuestro aire y con quienes amamos, disfrutar
del sol en verano y de la belleza de la primavera. Pero nos cuesta descubrir
que la vida, con sus sorpresas, rompe nuestros planes.
Una
avería en la bicicleta o en nosotros, un día de intensa lluvia…, nos impiden realizar
lo que teníamos pensado y, tal vez, nos dejan una sensación de frustración, de
fracaso. Las sorpresas de la vida son muchas. A veces parece que hay más
sorpresas que "normalidades". Otras veces, las cosas siguen su curso normal.
Nos hacemos la ilusión de que todo está bajo control y, de repente, lo
inesperado salta, y quedamos llenos de angustia, tal vez paralizados, sin saber
qué hacer.
Si
miramos a fondo, detrás de los imprevistos se escribe una historia que no
siempre comprendemos. Una avería puede convertirse en la ocasión para encontrar
a personas formidables. Una equivocación en un cruce nos abre los ojos a lugares
y paisajes nuevos y nos damos cuenta de que nuestros defectos o errores nos pueden
permiten valorar las cosas de una forma diferente y con más sencillez.
No
siempre es fácil descubrir lo que se esconde en la aventura que vamos a
comenzar. Lo negro, es verdad que destaca mucho sobre una página en blanco, pero
lo blanco domina en mucha más superficie. Las noticias se basan generalmente en
lo malo que sucede, pero las verdaderas historias están escritas en lo bueno.
Lo mismo que el dolor, que muchas veces nos angustia y nos desconcierta, pero
muchos pueden descubrir el significado de su vida en la recuperación de una
enfermedad.
Nuestro
viaje en bicicleta siempre es personal e intransferible. Cada ciclo-viajero lo
inventa y lo diseña según un programa propio que responde a satisfacciones y
expectativas subjetivas. El “cuando llegue a… me gustaría hacer…” resume muchos
aspectos que se alojan en ese mirar hacia el futuro, en esa ilusión y
entusiasmo en las promesas que nos hacemos de ir llegando a nuestro destino con
cada pedalada. Es la figura del ciclo-viaje por delante y por detrás, con su
cara y su espalda. Cada uno realiza el viaje que quiere, con un proyecto que
cambia y se modifica según los avatares, previstos e imprevistos, de su
deambular. Esta dialéctica entre lo que uno quiere hacer y lo que uno va haciendo
es una buena idea de lo que es el ciclo-turismo.
En
medio de nuestra ruta se cruza el azar, con su fortuna y su desventura, las
cuales van tiñendo de color nuestro viaje.
¿Cómo
inventa uno su viaje? Ante todo, con modelos que ve atractivos. Vemos o leemos viajes
intensos, sólidos, imponentes, fascinantes, que nos enganchan porque admiramos
a ese cicloturista que se vuelve hacia nosotros con su carisma, mostrándonos la
belleza de un recorrido impresionante, con los principales argumentos bien
perfilados. Pasamos por donde él ha pasado y nos identificamos con sus esfuerzos,
sus luchas, sus éxitos, sus fracasos y sus superaciones. Cada uno necesita
tener unos pocos modelos que sirvan de espejo y reflexión. Hay que buscar la
afinidad.
Cada
lectura de un libro de viajes o de un video debe articularse sobre la
coherencia. Ese es su mejor señuelo. Al analizarlo en su conjunto vemos sus partes
y sus argumentos. Cada edad de la vida tiene sus preferencias. Cuando uno es
joven está lleno de posibilidades e ilusiones. Ahora, cuando uno es mayor está
lleno de realidades y resultados. La madurez es serenidad y benevolencia. Podemos
unir muchos hechos, vivencias, sorpresas, alegrías, decepciones y un abrir los
ojos para captar la totalidad de lo que nos rodea y hasta donde podemos llegar.
Nuestra
vida no tiene un solo sabor sino muchos sabores, pero tiene un temple, que es
como una especie de conocimiento global, la experiencia. La experiencia de la
vida no es un estado de ánimo, sino un conocimiento de todo lo vivido. Es el
«saber hacer», que deriva también del latín “experientia”. Se resume aquí el
concepto de viaje y del riesgo de transitar por caminos inadecuados ni no se
elige bien la ruta.
La
experiencia en el ciclo-turismo y mucho más en la vida es un conocimiento
acumulado que encontramos en nuestro interior y que actúa sin que nosotros nos
demos cuenta. Está ahí, en los entresijos de tantas vivencias, durmiendo o
despertando, habitando siempre en nuestra mente. Nosotros no contamos con él,
pero este saber aflora cuando hace falta, y en momentos estelares es un gran
consejero.
Es
una sabiduría callada, sigilosa, lacónica, reposada y a la vez elocuente,
expresiva, convincente, que nos saca de momentos difíciles con su consejo
atinado y su destreza de experto. Es veteranía y preparación, pericia y
capacidad. Pero no todos la tienen. Muchos, inmersos en el torrente de la
existencia, pocas veces se detienen a pensar y a hacerse preguntas. En estas
personas todo va demasiado deprisa. No saben tomar distancia y preguntarse los
porqués de tantas circunstancias.
En
fin, vamos a ver si la semana que viene los muchos años que tenemos nos sirven,
pues uno se entera de lo que es la vida viviéndola. ¡Que complicado será
acertar en el viaje y dar en la diana todos los días! El viaje será largo, tendrá
tantos contratiempos que no es posible tenerlos previstos todos, ya que en el
fondo de él hay un tono imprevisible, lo que le da un carácter “dramático”.
Voy
a ponerle las cubiertas nuevas y la cinta del manillar a la bicicleta, y a
esperar la llegada de la tarjeta sanitaria europea, cuando llegue la suerte
estará echada.
Buenos
días.
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