domingo, 11 de julio de 2021

Día 1: Pego - Pinedo.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

El viernes, por fin nos pusimos en marcha, es de decr me puse en marcha. En singular.



Recorrí 75 km hasta un camping en la playa de Pinedo, recorrido llano, salvo la subida a la ermita de los santos de la Pedra, sitio que elegí para comer, por lo demás un día tranquilo y sn contratiempos.

Es curioso que me pasase el día dándole vueltas a la amistad, me resultaba extraño cuando empezaba un viaje en solitario, y al final encontré la relación, ya que tal vez se necesite pasar una fase en que los amigos seamos inseparables, para poder llegar a aquella fase en que pueden separarse sin ningún problema. Al fin y al cabo, la amistad es un tipo de amor.

Una de las mayores ausencias en estos viajes es la falta de la tertulia, como mediterráneo, la asistencia al café es un placer cotidiano, que se espera ilusionado día tras día, y en ocasiones, más de una vez cada día. Hay que tener en cuenta también las relaciones de vecindad, especialmente en las noches de verano, hasta hace bien poco.

Podéis pensar que se trata de formas secundarias de amistad, lejos de las grandes amistades que nos han narrado grandes escritores. Es cierto, pero lo interesante es que en las tertulias alrededor de un café con los amigos o con vecinos hay un elemento de ilusión. ¿Por qué? Porque la amistad es siempre una relación humana de carácter individual y sobre todo desinteresada, no utilitaria. El amigo no es tratado nunca como “cosa”, como “algo” de lo que se espera utilidad, servicio, placer, sino como alguien, como persona. Que los amigos hagan favores, que se obtenga de ellos alguna utilidad, es otra cosa, derivada de una amistad que en principio es desinteresada.




¡Hay las tertulias!, que se han perdido con la pandemia y que me perderé ahora con el viaje,

En la tertulia hay el elemento de viaje, de aventura. Los vemos cuando aparecen los rasgos que son comunes: deseo, espera, preparativos del escenario, expectativa de la llegada de los contertulios y la ilusión que todo ello produce.

El ejemplo que me parece más ilustrativo para un cicloturista puede que sea el de la amistad entre Don Quijote y Sancho. Existe entre ellos un constante intercambio: Sancho se desliza, por decirlo así, en la vida de Don Quijote; el cariño hace que, a pesar de ver su locura, lo tome en serio; se pone en su punto de vista, se asocia a su proyecto de caballero andante, lo comprende y en esa medida lo comparte; pero permanece instalado en su propia vida, en su actitud realista, utilitaria, desengañada, socarrona, en medio de las vigencias sociales dominantes; por eso sirve de intermediario entre la demencia quijotesca y la cordura a ras de tierra de la gente: va y viene, establece una comunicación que permite a Don Quijote circular por el mundo sin que los tropiezos sean demasiado graves. Y, mientras Sancho se quijotiza, Don Quijote asiste en la persona cercana de su escudero a la forma de vida de los que no son caballeros andantes, y no pierde contacto con el mundo que llaman real.

Puede que no exista una similitud más grande entre un cicloturista y su amigo en la literatura.  

En fin, lo dejo que es hora de ir preparando la cena.

Buenas tardes.

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