“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Hoy
he terminado, junto con la de mañana, espero, una de las etapas más largas, en
realidad se ha convertido en larga por la cantidad de kilómetros que he
realizado visitando Alcañiz. Y es que hacer turismo es sinónimo de kilómetros.
Veremos
mañana si voy con un poco más de cuidado con las entradas y salidas a los
pueblos que voy pasando.
Si
esto fuera una democracia, quiero decir si la importancia y la validez de una
etapa se basara en la mayor cantidad de kilómetros acumulados, sin duda estas
dos etapas ganarían, conseguirán una mayoría suficiente para dominar todo el
viaje, pero esto no puede ser así ni va a ser así.
No
soy de las personas que idolatran la democracia ni la suelo subir a los
altares. Ni me olvido de la verdad de las cosas para ponerla a ella. Ni
considero que no haya más verdad que lo que diga la mayoría.
Según
veo las cosas, la opinión de la mayoría sólo es aceptable en un grupo de
entendidos, el famoso ejemplo de un grupo de médicos que puede opinar de la
conveniencia o no de una intervención quirúrgica. Pero una mayoría de
ignorantes en medicina no vale más que una minoría de médicos especialistas.
Si
se trata de opinar si un dolor en el vientre es ataque de apéndice o cólico
nefrítico, la opinión del médico vale más que la de la peluquera, verdulera,
cocinera, albañil, carpintero, mecánico, ingeniero, y arquitecto. Aunque todos
ellos opinen lo contrario del médico, la opinión de éste vale más que la de
todos los demás juntos.
Aunque
alguien afirmara que el río corre del mar a la montaña, siempre será verdad lo
contrario.
En
fin, esta etapa, y seguramente la de mañana, tampoco serán las etapas que
muestren la realidad ni la verdad de este viaje.
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