sábado, 12 de diciembre de 2020

Ya no soy respetable.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Puedo estar casi seguro de que siempre he sido de la opinión de que hay opiniones que están equivocadas, que se tienen que confrontar y discutir, aunque pueda parecer en algunas ocasiones que no es así. Si crees en la existencia del Bien y de la Verdad puedes entonces descubrir los errores y las mentiras. Es lo mismo que sobre el famoso dicho de que sobre gustos no hay nada escrito, aunque existen gustos que son bastante desagradables.

Aprendí desde joven que lo que son respetables son las personas y no lo que estas puedan decir, tal vez porque también aprendí que hay que maldecir al pecado, no al pecador. Estas enseñanzas siempre han tenido enfrente el mantra típico de las ideologías progres que decían, porque ahora parece que ya no lo dicen, que “todas las opiniones son respetables”.

Lo que no se es si lo decían porque estaban convencidos de ello, o más bien como una táctica para ir haciendo respetables sus errores.

Por lo que estoy viendo estas semanas parece ser que ya tengo clara la solución. Y es que una vez que estas ideologías progres han alcanzado una hegemonía cultural o, de alguna forma, todos lo resortes del poder, esta mezcla de ideologías se ha dado la vuelta y han terminado con la respetabilidad de las minorías. Ya no son todas las opiniones respetables sólo sirven las que siguen el pensamiento único y lo que diga la prensa oficial.

Me alegro al comprobar que empezamos a coincidir en algo, no todas las opiniones son respetables. Pero a la vez me resulta alarmante que aquella respetabilidad que exigieron para sus ideas cuando eran marginales ya no sirve ahora para nosotros, los apestados que ya no sumamos la mitad más uno.

Hemos visto por ejemplo hace unos días las manifestaciones en contra de la ley de educación y estoy seguro de que las veremos contra la ley de eutanasia, que pasó el trámite parlamentario ayer. Y, ¿para qué ha servido? Voy a poner un ejemplo que leí ayer: “En una familia normal, cuando el padre decide que vamos de excursión, aunque cuente con el respaldo de la mayoría, sabe que tiene que negociar si se alza alguna voz en contra. Porque su aspiración no es solo satisfacer a la mayoría sino tener a toda su gente contenta.” ¿Qué suelen hacer en cambio el gobierno con las manifestaciones? Ignorarlas. Y cuando eso no es posible ridiculizarlas.

Si leemos estos días los periódicos veremos cómo llegamos a la conclusión de que el respeto a las minorías ha desaparecido. Leemos como todo lo que no sea mayoritario es catalogado como bulo, de “fake” o de discurso de odio. Es triste pero los que han quedado fuera de esa mayoría ya no tiene ideas, tienen fobias. Los que no pensamos igual ya no somos una diversidad que se tenga que proteger sino hemos pasado a ser una anomalía que extinguir. Mis opiniones han dejado de ser respetables y no merecen ser discutidas porque yo ya no lo soy. Ya no se ataca el posible error de mis ideas sino a mi por pensar diferente.

En fin, paciencia.

Buenos Días.

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