sábado, 26 de diciembre de 2020

¿Vacunarse?

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

La Navidad ha pasado en su primera parte, hoy nos encontramos con el segundo día de Navidad, la segunda ocasión para cumplir con la tradición de realizar la fiesta de la Familia por antonomasia.

Y a eso nos vamos a dedicar mientras esperamos que con la vacuna para la covid-19 nos sentíamos más libres, libres también para vacunarnos o no.

La controversia entre vacunarse o no, es también la de la ejercer correctamente nuestra libertad o no, y aquí me gustaría hacer hincapié en el preciado don de la libertad para que lo ejerzamos correctamente y no caigamos en el libertinaje. Tengo que recordar que el libertinaje no es otra cosa que la deformación de la libertad o, para decirlo de otra forma, es el mal uso que una persona hace de ese don de la libertad. La esencia de la libertad es ser libre para elegir el bien, para elegir entre todas las cosas buenas.

Según yo lo veo somos libres, nos han hecho libres y, gracias a ello, podemos elegir entre hacer el bien o hacer el mal, pero cuando elegimos hacer el mal no sólo nos hacemos daño a nosotros mismos y a los demás, sino que hemos reducido nuestra capacidad para elegir libremente en la próxima decisión que vayamos a tomar. Hacer las cosas mal parece claro que nos hace cada vez menos libres, vamos a ser más esclavos de nuestras decisiones y pasiones, menos capaces de poder elegir libremente, como podemos comprobar cuando por elegir actividades o sustancias nocivas para nuestra salud o para nuestro equilibrio psíquico caemos en adicciones.  

En nombre de la libertad hoy en día se hacen muchas cosas. Tenemos que ser libres incluso para matar o para morir. Nada debe estar por encima de la libertad. “Mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero”, es un eslogan que se usa mucho, sabiendo que al aplicarlo podemos estar matando a alguien o a nosotros mismos. Este uso de la libertad contrario a la naturaleza de esta somete a la persona cada vez más a sus pasiones, va haciéndole cada vez menos libre. El alcohol reclama más alcohol, la pornografía reclama más pornografía, la violencia más violencia, en un círculo que va destruyendo, transformando al hombre en un esclavo de sus instintos y le deja sin libertad para poder decir “no” a lo que su cuerpo le pide.

Ese es un mundo cruel, diabólico, que se está construyendo poco a poco en nuestros días. Es el mundo donde se cree que la muerte es un bien. Es el mundo donde en nombre de la libertad se justifican todos los excesos y se termina por acabar con la propia libertad.

De ahí, lo que no comprendo es que haya personas con un alto grado de conocimiento entre lo que esta bien y lo que esta mal que se decidan a dar su apoyo o conformidad a acciones claramente negativas para la vida de las personas. Es fácil, no digo que no, que seamos pocas las personas que no matamos a nuestros niños en el vientre de su madre, ni matamos a nuestros ancianos o a nuestros enfermos, sino que los cuidamos. Si esto es así me temo que también vamos a ser pocos los que nos queramos vacunar libremente para la covid-19.

Y es que la vacunación es una acción buena, según mi opinión, porque ayuda a proteger a las personas más vulnerables de la sociedad. Pienso también que tenemos el deber de elegir vacunarnos, no solo por nuestra propia salud sino también por solidaridad con los demás. Creo que debemos colaborar para garantizar la vacunación necesaria para la seguridad de los demás.

En fin, utilicemos bien nuestra libertad para vacunarnos o no, vacunándonos, para protegernos y proteger a los demás.

Buenos días.

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