“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
La Navidad ha pasado en su
primera parte, hoy nos encontramos con el segundo día de Navidad, la segunda
ocasión para cumplir con la tradición de realizar la fiesta de la Familia por
antonomasia.
Y a eso nos vamos a dedicar
mientras esperamos que con la vacuna para la covid-19 nos sentíamos más libres,
libres también para vacunarnos o no.
La
controversia entre vacunarse o no, es también la de la ejercer correctamente nuestra libertad o no, y aquí me
gustaría hacer hincapié en el preciado don de la libertad para que lo ejerzamos
correctamente y no caigamos en el libertinaje. Tengo que recordar que el
libertinaje no es otra cosa que la deformación de la libertad o, para decirlo
de otra forma, es el mal uso que una persona hace de ese don de la libertad. La
esencia de la libertad es ser libre para elegir el bien, para elegir entre
todas las cosas buenas.
Según yo lo veo somos libres, nos
han hecho libres y, gracias a ello, podemos elegir entre hacer el bien o hacer
el mal, pero cuando elegimos hacer el mal no sólo nos hacemos daño a nosotros
mismos y a los demás, sino que hemos reducido nuestra capacidad para elegir
libremente en la próxima decisión que vayamos a tomar. Hacer las cosas mal parece claro que nos hace cada vez menos libres, vamos a ser más esclavos de nuestras
decisiones y pasiones, menos capaces de poder elegir libremente, como podemos
comprobar cuando por elegir actividades o sustancias nocivas para nuestra salud
o para nuestro equilibrio psíquico caemos en adicciones.
En nombre de la libertad hoy
en día se hacen muchas cosas. Tenemos que ser libres incluso para matar o para
morir. Nada debe estar por encima de la libertad. “Mi cuerpo es mío y hago con
él lo que quiero”, es un eslogan que se usa mucho, sabiendo que al aplicarlo
podemos estar matando a alguien o a nosotros mismos. Este uso de la libertad
contrario a la naturaleza de esta somete a la persona cada vez más a sus
pasiones, va haciéndole cada vez menos libre. El alcohol reclama más alcohol,
la pornografía reclama más pornografía, la violencia más violencia, en un círculo
que va destruyendo, transformando al hombre en un esclavo de sus instintos y le
deja sin libertad para poder decir “no” a lo que su cuerpo le pide.
Ese es un mundo cruel,
diabólico, que se está construyendo poco a poco en nuestros días. Es el mundo donde
se cree que la muerte es un bien. Es el mundo donde en nombre de la libertad se
justifican todos los excesos y se termina por acabar con la propia libertad.
De ahí, lo que no comprendo es
que haya personas con un alto grado de conocimiento entre lo que esta bien y lo
que esta mal que se decidan a dar su apoyo o conformidad a acciones claramente
negativas para la vida de las personas. Es fácil, no digo que no, que seamos
pocas las personas que no matamos a nuestros niños en el vientre de su madre,
ni matamos a nuestros ancianos o a nuestros enfermos, sino que los cuidamos. Si
esto es así me temo que también vamos a ser pocos los que nos queramos vacunar libremente
para la covid-19.
Y es que la vacunación es una
acción buena, según mi opinión, porque ayuda a proteger a las personas más
vulnerables de la sociedad. Pienso también que tenemos el deber de elegir
vacunarnos, no solo por nuestra propia salud sino también por solidaridad con
los demás. Creo que debemos colaborar para garantizar la vacunación necesaria para
la seguridad de los demás.
En fin, utilicemos bien
nuestra libertad para vacunarnos o no, vacunándonos, para protegernos y
proteger a los demás.
Buenos días.
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