miércoles, 23 de diciembre de 2020

Con ojos nuevos

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

El domingo pasado estuvimos por encima de los cien kilómetros, los sobrepasamos en seis, o sea estuvimos en lo que viene siendo habitual si tenemos un buen día en lo que se refiere a la meteorología.

No descubrimos ningún rincón nuevo, pues ya va siendo cada vez más difícil encontrar algo nuevo. Se trata ahora de ver los mismos lugares con otra perspectiva.

 Cuando miramos el horizonte mientras circulamos por una carretera en un sentido no vemos lo mismo que si lo hacemos en dirección contraria o si lo hacemos por la tarde o por la mañana, o si hace sol o está nublado. Si agudizamos nuestra imaginación veremos enseguida que es muy diferente. ¡Se ve de forma totalmente distinta!

A veces podemos tener imágenes preestablecidas sobre determinados circuitos o carreteras… y es necesario mirarlas desde otro ángulo.

Con certeza esa visión nos ofrecerá una imagen diferente sobre lo que observamos normalmente porque, cuando somos capaces de salir de nuestra visión, de nuestra óptica, en ese momento es cuando nos damos cuenta de que todo tiene diferentes puntos de vista, mucho más bonitos de lo que imaginamos. Pero tendemos a querer quedarnos con lo conocido, con lo habitual... y nos perdemos la ocasión para mirar lo que tenemos delante con otra perspectiva.

Se trata entonces de mirar no solo los recorridos sino también, por qué no, nuestra vida con ojos nuevos, dando oportunidad a los acontecimientos para que hablen desde diferentes ángulos.

El recorrido desde Pego al Vergel por el carril bici es posiblemente el que más veces he realizado y el otro día cuando el viento de poniente me impedía avanzar por esa recta de cinco kilómetros hacia Pego, me preguntaba: ¿por qué todos los días son distintos? Con lo fácil que sería todos iguales, y así todo iría rodado, sin contratiempos de frio, lluvia o calor… pues las dificultades aparecen por esas diferencias, pero también es donde brillan las grandezas.

Desde luego hay que estar agradecido por la originalidad de cada día y por la posibilidad de crear nuevas sensaciones sin casi hacer nada. Igual que las personas no somos iguales tampoco lo son los días, cada uno distinto, cada uno con sus particularidades, pero entre todos nos regalan una vida completa, donde tenemos de todo.

Qué aburrida es la vida cuando buscamos que un día sea igual al anterior, o cuando recorremos los mismos caminos sin parar. Cada día es único y lo debemos aceptar como es y como lo encontramos, acogiéndolo y disfrutándolo con ojos nuevos.

He descubierto que no se necesita mucho esfuerzo, con un suave dejarse llevar es suficiente para que cada día vaya dejando su marca. No se precisa que nos impacte con grandes sensaciones, como un huracán de experiencias sino con “la suave brisa”. Podría mostrarse espectacular al despertar, pero no pasa nada si prefiere presentarse silencioso y paciente, porque seguro de que, con un solo roce de nuestra voluntad nos marcará para siempre.

Al nuevo día no hay que imponerle nada, sino que cuando llega hay que abrirle la puerta y esperar. ¡Pero no espera de brazos cruzados! Hay que interesarse por él, y ver como va poniendo miles de pequeños regalos a lo largo de toda la jornada queriendo llamar nuestra atención, sorprendernos… rozarnos.

 Nuestro desafío de cada día es buscar unos ojos nuevos para poder descubrir a nuestro lado, en todo lo que hacemos una marca distinta, esta ahí. No se necesita que sea muy grande, sino que puede ser un ligero “roce” en cualquier lugar. Lo que si que se necesita es poner mucho Amor en la búsqueda.

Que pases un feliz día

No hay comentarios: