“-El amanecer no está lejos- dijo
Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo
Aragon.”
“El señor de los anillos”.
J.R. Tolkien.
Ya me están gustando estas
mañanas, pues la temperatura ya empieza a estar con regularidad por debajo de
los 20 grados a esta hora, hoy 18,5 grados, aunque nos haga calor a lo largo
del día ya no puede ser agobiante.
Me resulta muy complicado
estar de acuerdo en todo lo que hacen quienes tienen una influencia moral o alguna
clase de autoridad sobre mí. Siempre he pensado que la disconformidad es,
entonces, una reacción automática, mezcla, muchas veces, de algún razonamiento
y sentimiento.
Pretender que esta reacción
desaparezca sería tanto como perder parte de mí personalidad, intentando, a la
vez, que los criterios y acciones de los que por algún motivo están por encima
de mí, por ejemplo, tuvieran el rango de expresión objetiva y siempre acertada
de la verdad. La verdad es tan rica que nadie la posee plenamente. Nadie puede
formularla de una vez para siempre sin que, con el paso del tiempo, requiera
nuevas expresiones que la hagan más inteligible a la sensibilidad y a la
cultura del momento. Muchas veces, hay serias discrepancias que nacen de las
diferencias de lenguaje.
Cuando me surge esa sensación
de disconformidad frente a formulaciones, criterios o acciones que veo en
nuestra sociedad, lo primero que intento hacer es una reflexión serena y
profunda. Mediante ella intento descubrir si en la discrepancia priva el sentimiento
o la razón; si mí juicio está condicionado por algún tipo de partidismo, o si
obedece a la defensa espontánea de mis intereses no precisamente acordes con la
verdad y la justicia.
Esta actitud, que yo considero
de gran importancia siempre, y más en estos tiempos en que existe cierta fiebre
de opinión y cierta carencia de pensamiento bien fundamentado, debe ser motivo para
planteamientos personales y sociales que ayuden a promover una sociedad con
mayor madurez, con más ecuanimidad, y con la necesaria capacidad para
relativizar lo secundario o lo meramente accidental.
Esto creo que se debe aplicar
a nuestra sociedad. Digo más: lo considero necesario para avanzar en la relación
y colaboración de las personas e instituciones dentro del Estado.
Feliz y Dulce Día.