“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 21 del viaje a Roma. Peynier --- Basse-sur-Issole.
Sábado 19 de abril de 2025
Distancia: 71,10 km.
Desnivel positivo: 1137 m.
Velocidad media: 11,5 km/h.
Sigo paseando por la Provenza y más que nunca paseando porque el fuerte desnivel y los frondosos bosques hacen que mi ritmo sea lento y tranquilo. Lento por que he pasado de los 1000 metros positivos y no tengo otra alternativa que ir lento y tranquilo porque para disfrutar de estos bosques las prisas no son buenas.
Hoy ha sido uno de esos días en que saber que lo importante requiere su tiempo ha sido fundamental. Lo normal es que no se tenga paciencia, que nos cueste esperar en una cola. Que nos pongamos nerviosos cuando el tren tarda en llegar o ponerse en marcha. O cuando no soportamos con tranquilidad que no nos contesten los wasaps rápidamente. Suele ser lo normal.
Sin embargo, hoy era de esos días en que saber que para disfrutar de esas largas subidas se necesita tiempo. Que admirar los bosques por donde serpentea la carretera se tiene que hacer a fuego lento. Me gustaría saber hacer esas cosas sin que fuera necesario realizar un esfuerzo mental. Me gustaría salir del camping e ir saboreando el recorrido sin pensarlo mucho. Pero no es tan fácil.
Y, es que me cuesta tener paciencia, no se trata de una palabra muy de moda hoy en día. Suena a consejo rancio. Y quizá por eso es de las más necesarias. La paciencia supone esperar y respetar los tiempos. Supone desear la llegada de las subidas y los bosques y no tener más que hacer que esperar. Desear y esperar.
Hay que practicar ese arte que sin duda es esperar con paciencia. Hay que desear, imaginar e echar a volar la ilusión por la etapa que tengo por delante sin hacer nada para adelantar todo eso. Quizá así esté más preparado para cuando lleguen esos momentos.
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