“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 12 del viaje a Roma. Campany --- Saint-Marie-de-Mer.
Distancia: 65,2 km.
Desnivel positivo: 366 m.
Velocidad media: 15,3 km/h.
Ya he cruzado los Pirineos y he entrado en Francia. He dejado atrás la seguridad del idioma y comenzamos con un aliciente nuevo; entender y que nos entiendan.
En cuestión de idiomas voy un poco corto, solo me entiendo en castellano y en valenciano, en otro cualquier idioma lo mejor que puedo hacer es usar el traductor. Y, tengo una inmensa admiración por lo que me gusta llamar lenguas universales; aunque ninguna lo es enteramente. En el mundo occidental para mi son dos: el inglés y el español. Al menos actualmente, en otros tiempos lo había sido, en los niveles intelectualmente superiores, el latín; durante algún tiempo, también en ámbitos reducidos, lo fue el francés, sobre todo en la política y la diplomacia.
El español es algo que, si se mira bien, asombra: desde una parte muy grande de los Estados Unidos hasta el extremo meridional del continente americano, es lengua propia de cerca de cuatrocientos millones de personas. Este hecho muestra la actitud personal de los españoles con personas sumamente distintas, tratadas precisamente como personas, lo cual no ha sido una norma general en el mundo.
Creo que no nos damos cuenta de este hecho, históricamente apenas creíble; en los últimos años existe una corriente de pensamiento que desconoce o que niega esta situación, en nombre de lenguas valiosas y respetables, pero limitadísimas, que no pueden sustituir a la gran lengua universal que por lo demás todos los españoles poseen como propia.
En España tenemos suerte: la mayoría de inmigrantes procede de Hispanoamérica. Tienen como propia la lengua española, poseída con un dominio y una calidad que sorprenden, y que frecuentemente superan al nivel de muchos españoles de España. No solamente poseen la lengua, sino todo un repertorio de saberes, usos, vigencias; resultan otros tantos españoles más. Esto no ocurre en ningún país europeo: los inmigrantes son "ajenos", tienen que integrarse lentamente, con dificultades que pueden ser muy grandes, porque no tienen mucho que ver con los países que los reciben. En España, resulta que gracias a la inmigración hay "más españoles". Significan un crecimiento, un enriquecimiento, difícilmente explicable si no se recuerda lo que los españoles hicieron en América desde fines del siglo XV. Se podría interpretar esta inmigración como una "devolución" de lo que nuestros antepasados sembraron al otro lado del Atlántico durante siglos.
En fin, intentaré entenderme como sea. Hablo y entiendo el español y esto es una gran ventaja.
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