miércoles, 23 de abril de 2025

Día 19 del viaje a Roma. Arles --- Salon-de-Provence. Jueves 17 de abril de 2025

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)

    Día 19 del viaje a Roma. Arles --- Salon-de-Provence. 


    Jueves 17 de abril de 2025

    Distancia: 43 km. 

    Desnivel positivo: 185 m. 

    Velocidad media: 16,6 km/h.

    Un jueves tranquilo, buenos caminos que nos han permitido realizar un agradable paseo por Francia, y tengo que decir que me está gustando la Provenza francesa, buena región para pasear en bicicleta, ya había pasado por ella, pero esta vez voy a recorrerla con más atención y estoy seguro de poder apreciarla mejor. 

    La cuestión es que he pasado muchas veces por esta región y como suele suceder con tantas cosas de esta vida tengo la tendencia a verla sumido en la nostalgia. Busco como referente las veces anteriores cuando pase con diferentes personas y por diferentes motivos, y que tengo idealizados. Quizás pase demasiado tiempo mirando esos viajes con la convicción de que eran tiempos mejores. 

    Pero, en este 2025 la estoy cruzando con motivo del año santo de la esperanza, donde de alguna manera estoy obligado a ver el futuro de una forma nueva y mejor a pesar de que todo indique que se van a ver más nubes que claros.

    Y, en mi opinión, no faltan motivos para pensar así. Es cierto que nací en una época de relativa escasez y sacrificio, pero he vivido los períodos de prosperidad económica y social donde se han fraguado las libertades y derechos de las que hoy gozamos. He visto el nacimiento de la democracia, el aperturismo económico, la Caída del Muro de Berlín o la erradicación del terrorismo, mientras la población ganaba en derechos y en riqueza.

    Por el contrario, ahora estamos viendo cómo esos valores por que tanto se ha luchado se desmoronan en una sociedad que ha decidido fijar su brújula y condena a los que no la siguen. Una sociedad que se ha creído el mito de la pos-verdad y donde percibir cualquier manifestación no material es extremadamente difícil. Un mundo cada vez más tensionado, aquejado por las guerras y los conflictos, por el cambio climático y por las dificultades a que los jóvenes se tienen que enfrentar en el mercado laboral y para conseguir una vivienda.

    Ante este panorama, el mal espíritu hace que nos encontremos con muchas personas que ven muy difícil sentir esperanza. No obstante, con más razón hay que ser optimistas. La esperanza no se trata de auto-engañarse y de la ingenuidad de aguardar a un mundo ideal, sino que trata de buscar un sentido a nuestras actuaciones para incidir positivamente a nuestro alrededor, viendo el futuro por lo que puede se puede conseguir a base de Amor. 

    En consecuencia, estoy obligado a hacer más, a transformar el mundo a mi alrededor poco a poco con acciones cotidianas y a elegir un futuro digno para las generaciones que vienen.

    Espero que mi propósito en este año jubilar sea abandonar todo el tiempo pasado por una esperanza que mire al futuro con compasión.

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