viernes, 28 de junio de 2024

Día 27. 23 de junio de 2024. Digion --- Decize.

     “ Lo de comportarse “como un caballero” en los momentos importantes no tiene mucho sentido: un hombre se comporta “como un caballero” en los momentos que no son importantes. En los importantes tendría que comportarse muchísimo mejor” (G. K. Chesterton) 



Día 27. 23 de junio de 2024.

Digion --- Decize.

Distancia: 82’65 km.

Media: 15,24 km/h.

Desnivel positivo: 410 m.

Parecía ayer que nuestro querido Loira había abandonado las montañas pero no ha sido así de momento, otro día con demasiados kilómetros para el desnivel con el que nos hemos encontrado.

El espectáculo continua igual, aunque la lluvia da la impresión que lo minimiza, y no es del todo verdad, un verde tan acaparador y tanta agua no surgen de la nada, tiene que llover y los rocíos deben de ser continuos y abundantes.

Después de varios días por las orillas del Loira te acostumbras a su belleza y te olvidas que muchos de esos canales que con tanto placer recorres se han construido para controlar los desastres que año tras año venia produciendo el Loira con las inundaciones. Y a pesar de todas las medidas que se han tomado el peligro que el río se lleve por delante todo lo que ahora disfruto no desaparece.

Tendemos a pensar que somos capaces de controlarlo todo. Se busca que el Loira sea durante todo el año igual, que las lluvias nunca afecten o transformen aquellos entornos que con tanta ilusión se han creado. Pero nada más lejos de la realidad. Nuestra pequeñez sale con frecuencia a nuestro encuentro, y se muestra, de una manera evidente, en las riadas que, aquí también en centro Europa nos trae la naturaleza.

Hay algo que muchas veces me gusta recordar, somos criaturas y esto conlleva una limitación de nuestras posibilidades. No somos los creadores de todo, ni somos los dueños de la climatología, ni siquiera somos capaces de evitar las enfermedades. Nos dejamos llevar por el deseo de ser pequeños diosecillos que pueden controlar las cosas, pero ese falso castillo se nos cae en el primer resfriado del invierno o el torpe tropiezo con un escalón. Es difícil reconocerse limitado, pero es tan necesario como urgente. Reconocerse limitado no quiere decir que tengamos que bajar los brazos y dejar de trabajar por mejorar el mundo, sino más bien saber cuáles son nuestros límites y aceptarlos. Saber que formamos parte de un ciclo natural que nos desborda y del que tan sólo somos una pieza más.

La naturaleza sigue rugiendo y, desde nuestra pequeñez, sólo nos queda observar, escuchar y aprender.

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