“ Lo de comportarse “como un caballero” en los momentos importantes no tiene mucho sentido: un hombre se comporta “como un caballero” en los momentos que no son importantes. En los importantes tendría que comportarse muchísimo mejor” (G. K. Chesterton)
Día 27. 23 de junio de 2024.
Digion ---
Decize.
Distancia: 82’65 km.
Media: 15,24 km/h.
Desnivel positivo: 410 m.
Parecía ayer que nuestro querido
Loira había abandonado las montañas pero no ha sido así de momento, otro día con
demasiados kilómetros para el desnivel con el que nos hemos encontrado.
El espectáculo continua igual, aunque
la lluvia da la impresión que lo minimiza, y no es del todo verdad, un verde
tan acaparador y tanta agua no surgen de la nada, tiene que llover y los rocíos
deben de ser continuos y abundantes.
Después de varios días por las
orillas del Loira te acostumbras a su belleza y te olvidas que muchos de esos
canales que con tanto placer recorres se han construido para controlar los desastres
que año tras año venia produciendo el Loira con las inundaciones. Y a pesar de
todas las medidas que se han tomado el peligro que el río se lleve por delante
todo lo que ahora disfruto no desaparece.
Tendemos a pensar que somos capaces
de controlarlo todo. Se busca que el Loira sea durante todo el año igual, que
las lluvias nunca afecten o transformen aquellos entornos que con tanta ilusión
se han creado. Pero nada más lejos de la realidad. Nuestra pequeñez sale con
frecuencia a nuestro encuentro, y se muestra, de una manera evidente, en las riadas
que, aquí también en centro Europa nos trae la naturaleza.
Hay algo que muchas veces me gusta
recordar, somos criaturas y esto conlleva una limitación de nuestras
posibilidades. No somos los creadores de todo, ni somos los dueños de la
climatología, ni siquiera somos capaces de evitar las enfermedades. Nos dejamos
llevar por el deseo de ser pequeños diosecillos que pueden controlar las cosas,
pero ese falso castillo se nos cae en el primer resfriado del invierno o el
torpe tropiezo con un escalón. Es difícil reconocerse limitado, pero es tan
necesario como urgente. Reconocerse limitado no quiere decir que tengamos que
bajar los brazos y dejar de trabajar por mejorar el mundo, sino más bien saber
cuáles son nuestros límites y aceptarlos. Saber que formamos parte de un ciclo
natural que nos desborda y del que tan sólo somos una pieza más.
La naturaleza sigue rugiendo y, desde
nuestra pequeñez, sólo nos queda observar, escuchar y aprender.
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