“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 15. 11 de junio de 2024.
Vic-la-Gardiole --- Lunel.
Distancia: 52,33 km.
Media: 15,20 km/h.
Desnivel positivo: 110 m.
Seguimos por las lagunas de esta
parte de la costa mediterránea francesa, unos bici-carriles por los que no pase
hace dos años, no se si es que son nuevos o recorrí otros, la cuestión es que
hoy me he plantado en el camping, camping que ya había estado en el anterior
viaje y que sin embargo no recordaba nada de la aproximación, el camping lo
recuerdo perfectamente, pero como llegue aquí hace dos años no tengo ni idea.
Es verdad que no comencé desde el
mismo camping, pero la llegada si que esperaba que fuera parecida, el itinerario
sabía que no iba a coincidir en muchas de sus partes, pues quería ver las
lagunas que no visite al querer ir más directo. He cambiado y me parece que
para mejor.
Puede parecer que la palabra “cambio”
sea un vocablo impronunciable para muchas personas, como si fuera automáticamente
haber cometido un error. Un análisis más pausado muchas veces nos muestra que algunos cambios son signos de vitalidad y de
ganas de renovarse. La cuestión es discernir qué cambios son oportunos o en
ocasiones imprescindibles y cuáles nos alejan del seguimiento de nuestro
objetivo.
El objetivo final de este viaje a combinado
respecto del anterior, el motivo también, por lo tanto no es de extrañar que en
las mismas etapas los recorridos sean diferentes y lo que en ellas se aprecie
también.
Vida y cambio están unidos
inseparablemente, negarse a lo segundo implica necesariamente rechazar lo
primero. Uno de los grandes pensadores del siglo XIX, John Henry Newman, lo
expresó agudamente porque brotaba de su propia historia de converso: “En un
mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y
ser perfecto es haber cambiado muchas veces”.
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