lunes, 24 de junio de 2024

Día 23. 19 de junio de 2024. Lavoute-sur-Loire --- Aurec-sur-Loire.

     “Cualquier cosa hermosa siempre significa más de lo que dice” (G. K. Chesterton)


Día 23. 19 de junio de 2024.

Lavoute-sur-Loire --- Aurec-sur-Loire.

Distancia: 52,16 km.

Media: 14,05 km/h.

Desnivel positivo: 522 m.

Otro día junto al Loira, siguiendo una ruta que recorre todas las “gargantas” del la parte alta del Loira. En un principio parece una etapa llana pues los kilómetros que se recorren por la orilla del río nos dan una sensación de que no tenemos muchas subidas, pero la realidad es distinta, pues siempre estas subiendo y bajando para salvar algunas de las curvas que nos hace el río.

Etapa al final cansada, aunque el entorno ayuda a que nos olvidemos de ello.

Hablo mucho de lo bonito que es todo lo que veo, de lo hermosos que son los paisajes por los que transcurren las vías verdes por donde estoy pasando, siempre me refiero a lo hermoso que puede ser la naturaleza y todos los monumentos que los hombres hemos construido, sin embargo, existe otra clase de belleza.

La pregunta me surge al pensar si al encontrarme una belleza de algo ¿existe una belleza de alguien? que sea específicamente personal. Muchas veces me encuentro con esa eterna discusión sobre que es la belleza. Pues, lo que para unos es bonito para otros puede que no tanto, pues todos somos distintos tanto física como espiritualmente, y si nos dedicáramos a la tarea de preguntarle a las personas ¿qué es belleza? muy seguramente tendríamos una lista bastante larga de “estereotipos” de lo que puede significar esta palabra.

Dice el refrán que “sobre gustos no hay nada escrito”. Aunque esa expresión literalmente sea falsa, parece sugerir equivocadamente que el gusto estético es un sentimiento arbitrario, sin que exista una relación de causa-efecto entre nuestros gustos y los valores objetivos que sustentan nuestra vida. ¡Nada más lejos de la realidad! Cuando escuchamos una determinada pieza musical y llegamos a emocionarnos al experimentar su belleza, o cuando contemplamos algunas obras de arte que son elocuencia viva del misterio que representan, no nos cabe duda de que la expresión estética es el reflejo de la interioridad del hombre. Sin embargo, si ahora formulamos este mismo principio en negativo, lo mismo cabría decir de tantas expresiones “estéticas” que parecen despreciar la belleza y hasta se regocijan en un “culto al feísmo”: la fealdad es la expresión del nihilismo y de la vaciedad de nuestra cultura.

No creo exagerar si digo que estamos ante una rebelión contra la belleza, la armonía y la elegancia, complaciéndonos en lo zafio, burdo y absurdo. La opción por lo antiestético, me parece una negación del sentido armónico de la existencia y, en consecuencia, de la posibilidad del gozo contemplativo. La fealdad procurada es lo más parecido que conocemos al placer del pirómano, que disfruta con la destrucción de lo que quema.

En fin, voy a poner un ejemplo que encontré en un artículo para que vean que el tema de la belleza da para escribir muchas líneas. Ejemplo: “Era el mes de mayo. Soplaba aún un viento fresco, pero la primavera había llegado; así lo proclamaban las plantas, los árboles, el perfume de las flores y el gorjeo alegre de los pájaros. Entré en una inmensa catedral gótica, con sus rosetones maravillosos, con sus arcos de medio punto. De repente suena el órgano el Mesías de Haendel y sus potentes armonías se difunden por las anchas y altas naves. Quedé extasiado. En las naves laterales colgaban pinturas de Rafael y Miguel Ángel, que me trasportaban con su encanto. En esto, a diez metros delante de mí una madre tenía entre sus brazos a su hijo, a quien cada diez segundos le daba un profundo beso en la carita. Me acerco al altar. Comenzó la misa. Ya las primeras bancas estaban ocupadas. Me quedé en un costado de pie. Al rato llegó una pobre anciana, apoyada en un bastón. No había asiento. En esto un señor de unos cuarenta años se levanta y cede su asiento a la ancianita. Escucho atento el sermón del sacerdote y todo era claro, estructurado y brillante. Termina la misa y salgo a la calle. Todo olía a primavera. Y todavía rondaba en mi mente una pregunta: ¿qué es la belleza? Pero hoy me sentí enriquecido.”

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