“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 11. 7 de junio de 2024.
Capmany --- Latour-de-France.
Distancia: 66,65 km.
Media: 13,61 km/h.
Desnivel positivo: 630 m.
Tercer día seguido por encima de los
500 metros positivos, 630 metros para ser exactos y el más alto, de momento, acompañado
como no podía ser de otra manera con la media más baja, 13,61 km/h, a costado
superar los 13 km/h pero lo he conseguido y además ha sido interesante, pues
solo después del descenso del coll de la Dona he podido relajarme.
He vuelto a Francia, y después de Le Boulou
todo ha sido nuevo, todo por esas carreteras comarcales francesas que son iguales
a los caminos rurales españoles y que estamos acostumbrados a ver en el Le Tour.
Cuando vas en bicicleta por estas
carreteras tan solitarias y durante tantas horas, sin otra cosa que hacer que
admirar todo lo que te rodea, sin darte cuenta aparecen pensamientos y
sentimientos sin que los hayas llamado, han llegado sin mi consentimiento, y lo
más curioso de todo es que a veces no soy consciente de ello. No aparecen
porque les haya llamado y tampoco quieren irse aunque les diga que se retiren.
Simplemente aparecen sin pedirme permiso.
Lo normal es que los acepte, a veces
sin avergonzarme de ellos, y que los examine para conocerlos y así poder tomar después
alguna determinación sobre qué hacer con ellos. Cuando eres capaz de conocer tu
mundo interior adquieres un conocimiento mayor de tus capacidades y
limitaciones. Y, cuando esto ocurre, se logra una destreza para saber qué
elegir y cómo proceder en un determinado momento.
Lo qué suele ocurrir en muchas
personas, es qué tienen miedo a conocer su mundo interior y es por ello que no
llegan a ser libres interiormente para elegir bien. Se vive y se actúa siguiendo
unos sentimientos que no se conocen, por unos pensamientos que no se examinan y
por lo tanto están a merced de un mundo interior desconocido que aunque parece
mentira les domina.
Hay que conocerse. Se tiene que
comenzar por aceptar lo que estás sintiendo y buscar esa palabra que explique
lo que estás experimentando, una vez encontrada ya no queda nada más que averiguar
hacia donde me conduce. Pero para que todo esto suceda, se tienen que aceptar
esos pensamientos y sentimientos que aparecen sin avisar y así poderlos
analizar.
Son esas famosas conversaciones con “uno
mismo” las que te ayudan a no actuar por impulsos, las que te ayudan a no
elegir y proceder mal. Hay que conocer nuestros propios sentimientos y
pensamientos sin negarlos o reprimirlos, pues somos interiormente libres para
elegir y proceder bien.
La paz interior que deseamos y la plenitud que añoramos, comienzan
cuando tomamos en serio nuestro mundo interior y vigilamos como se comportan nuestros
sentidos.
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