sábado, 4 de noviembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Feliz sábado.

 “La gente amable de todos los tiempos y lugares siente compasión por los malvados; pero solo una nueva teoría insiste en que no son malvados”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Me he dado cuenta estos días que está de moda vapulear a las iglesias, ya sea la católica o la protestante, incluso a la anglicana. Veo, que se hace esto en la mayoría de los casos pensando que así se tiene una mentalidad abierta, y resulta, que es el único prejuicio que intelectualmente se tolera sin ningún problema. Si se dice algo despectivo sobre cualquier otro grupo de la sociedad se tiene que rendir cuentas por delito de discurso de odio, en cambio mofarse de la iglesia no trae ninguna consecuencia.

Yo como católico me hago una pregunta; ¿Cuál debe ser mi respuesta? ¿Cuál es la respuesta correcta? Pues bien, le he estado dando algunas vueltas al tema y, aunque algunas veces me siento ofendido no debería preocuparme, no debería sentirme amenazado.

Y ahora, debería de dar alguna explicación del ¿Por qué no debería sentirme ofendido?

Tengo que decir que en muchas ocasiones tener alguna crítica es bueno y a veces muy útil. A decir verdad, los católicos tenemos muchos fallos y nuestros críticos se alimentan de ellos y podemos agradecerles que nos los muestren, aunque a veces lo hagan en demasía. Para mí, la crítica hecha a la iglesia está obligándome a ser más reflexivo y concienzudo. Por cierto, he visto y vivido épocas en que la Iglesia Católica gozaba de una situación de privilegio y para mí no ha sido bueno para la iglesia. Tengo la opinión que los cristianos nos movemos mejor en un tiempo de postergación que en uno de privilegio. Además, en nuestra reacción hay algunas cosas importantes que debemos tener en cuenta.  

Ante la tendencia anticlerical de este momento tengo que prestar atención a no reaccionar impropiamente porque me puede llevar a ponerme a la ultradefensiva y situarme en una malsana posición en contra de la cultura dominante, y no creo que ese sea el lugar donde un cristiano debe estar. Creo que nuestro lugar es asimilar la crítica, aunque nos duela, y pedir perdón, pero no caer en la tentación de estar a la defensiva. ¿Por qué no defenderse airadamente? Lo tengo claro, porque somos lo suficientemente fuertes para no hacerlo.

Puedo oponerme sin tener que volverme duro ni defensivo. Por mucho que esté de moda criticar a la iglesia, no va a caer ni a desaparecer dentro de un momento. Hay muchos cristianos en el mundo con una tradición de dos mil años, tenemos entre nosotros una escritura que es acogida por todos, una doctrina que nos guía y entre nosotros existen grandes instituciones centenarias que están arraigadas en las raíces de la cultura y tecnología occidental. No vamos a ser como una caña que es golpeada por el viento a punto de romperse. Somos fuertes y estables, y además estamos bendecidos por Dios, y por este motivo estoy obligado a ajustar mi madurez y comprensión.

Teniendo en cuenta todo esto, creo que es justo decir que puedo asimilar un buen grado de crítica sin temor a perder mi identidad. Además, no debo dejar que esta crítica, en primer lugar, me haga perder de vista la razón por la que existe la iglesia. Hay que recordar ese motivo. Nuestra iglesia existe no por su propia causa ni por asegurar su propia supervivencia, sino por la causa del mundo.

Veamos, si aclaro esto último pues se suele olvidar con facilidad y perder de vista lo que nos pide el evangelio. Voy a poner dos ejemplos, si me preguntan ahora ¿cuál es la principal tarea que está afrontando la iglesia hoy?, yo podría responder: “La necesidad de intentar salvar este planeta” o también; ¿Defender la fe”, ¿Qué respuesta se acerca más al evangelio?  

Según mi opinión y estoy seguro de que muchos católicos pensarán en la contraria y, precisamente por estas cosas es por las que ser católico obliga a estar siempre razonando y pensando para estar no en el punto medio entre dos posiciones sino estar en el punto es que se mantenga un equilibrio entre ellas. Según mi humilde opinión la primera respuesta está más cerca del evangelio. La iglesia existe para salvar al mundo, no por su propia causa.

Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo dio como salvación para todos, como Pan que constituye el alimento para tener la vida. Nos lo recuerda Jesús; "El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn 6,51) Creo tener algo de razón si digo que lo que nos está diciendo es que la tarea primera de la iglesia no es defenderse, ni asegurar su continuidad, ni protegerse de ser aplastada por el mundo.

La iglesia está llamada a entregarse como comida por el mundo y, como todos los cuerpos vivientes, a veces necesita protegerse, pero nunca a costa de perder su verdadera razón de estar aquí.

Hay algo dentro de los Evangelios que de alguna manera me lleva a asimilar las críticas, aunque sean injustas sin tener que saltar para defenderme de ellas, lo veo por ejemplo en el tan conocido:” Perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  

 

No hay comentarios: