martes, 28 de noviembre de 2023

¡¡¡Bienvenido sea este martes!!!

 “Los hombres son inferiores al cochino cuando no saben apreciar el cerdo” (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Durante el café vespertino de ayer comentábamos la cantidad de personas que han perdido el sentido de su vida y que sienten un vacío espiritual. Muchas de ellas no saben ni por qué ni para qué se levantan cada mañana. Personas que sustituyen el verdadero sentido de sus vidas buscando métodos de relajación, buscando estímulos, satisfacciones corporales, comidas, drogas, sexo o alcohol con la intención de encontrar algún motivo por el que empezar el día con ilusión.  

Muchas personas con las que hablo no tienen claro cuáles son sus valores. Ese puede ser el problema, han perdido los valores. No recuerdan cuáles son sus cualidades y principios que son considerados buenos. Hay que volver a aquello que nos hace crecer como personas, a lo que nos perfecciona y nos enseña el camino en esos momentos de incertidumbre. Si no conocemos nuestros valores, esos principios consistentes en orientar nuestros actos, va a ser muy complicado tener un sentido claro de nuestra vida.

Un valor muy olvidado es el de la coherencia, uno de los que afecta a nuestro sentido de la vida. Cuando decimos una cosa, pero hacemos otra distinta, sin darnos cuenta nuestra sensación de vacío existencial aumenta y eso nos provoca malestar. Cuando somos coherentes con nuestros ideales estamos más cerca de la felicidad.

Ya sé que acercarse a la felicidad es complicado, pero hay que intentar hacerlo lo más fácil posible, no es tan complicado tampoco, hay que saber querer a las personas, sentirse a la vez queridos y tener claro el sentido de nuestra vida. Hay unas sencillas preguntas que nos tenemos que hacer y buscar unas respuestas: ¿Qué queremos hacer con nuestra vida? ¿Cuál es nuestro proyecto vital? ¿Para qué trabajamos?, etc. Estas preguntas han de ser contestadas.

Nos deberíamos de detener y pensar, hay que pararse y observarnos, mirar a nuestro entorno y entender bien nuestro lugar en el mundo, esto nos debe de ayudar a encontrar el sentido de la vida. Lo habré dicho en alguna otra ocasión, estoy seguro, los que tenemos fe, el sentido de nuestra vida es consecuencia de que somos conscientes de ser seres transcendentes, que estamos más allá de los límites de cualquier conocimiento posible, somos hijos de Dios. 

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