“Los hombres son inferiores al cochino cuando no saben apreciar el cerdo” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Durante el café vespertino de ayer comentábamos
la cantidad de personas que han perdido el sentido de su vida y que sienten un
vacío espiritual. Muchas de ellas no saben ni por qué ni para qué se levantan cada
mañana. Personas que sustituyen el verdadero sentido de sus vidas buscando
métodos de relajación, buscando estímulos, satisfacciones corporales, comidas,
drogas, sexo o alcohol con la intención de encontrar algún motivo por el que
empezar el día con ilusión.
Muchas personas con las que hablo no
tienen claro cuáles son sus valores. Ese puede ser el problema, han perdido los
valores. No recuerdan cuáles son sus cualidades y principios que son
considerados buenos. Hay que volver a aquello que nos hace crecer como personas,
a lo que nos perfecciona y nos enseña el camino en esos momentos de
incertidumbre. Si no conocemos nuestros valores, esos principios consistentes
en orientar nuestros actos, va a ser muy complicado tener un sentido claro de
nuestra vida.
Un valor muy olvidado es el de la
coherencia, uno de los que afecta a nuestro sentido de la vida. Cuando decimos
una cosa, pero hacemos otra distinta, sin darnos cuenta nuestra sensación de
vacío existencial aumenta y eso nos provoca malestar. Cuando somos coherentes
con nuestros ideales estamos más cerca de la felicidad.
Ya sé que acercarse a la felicidad es complicado,
pero hay que intentar hacerlo lo más fácil posible, no es tan complicado
tampoco, hay que saber querer a las personas, sentirse a la vez queridos y
tener claro el sentido de nuestra vida. Hay unas sencillas preguntas que nos
tenemos que hacer y buscar unas respuestas: ¿Qué queremos hacer con
nuestra vida? ¿Cuál es nuestro proyecto vital? ¿Para qué trabajamos?, etc.
Estas preguntas han de ser contestadas.
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