¡¡¡Buenos días!!!
Llevo tres días en
los que he estado pensando más de lo normal en algo que curiosamente es normal,
pues la estancia en un lugar extraño permite ver las cosas de otra manera y
nuestras reflexiones pueden dirigirse a otros lugares que no habíamos tenido la
ocasión de visitar. Y ya os digo yo que estos días son perfectos para ello.
Días de aprender, de escuchar, mirar, para después,
discernir, comprender, y sin dilación confiar en los demás y actuar.
Pero si queremos entender no hay más remedio que
trasladarse e intentar mirar fuera, a lo que nos es desconocido y que nos está
afectando. Hay que convivir con la sensación de que no sabemos nada de lo que
tenemos delante y hacerle preguntas a la realidad para sacarle ese secreto que
nos es desconocido. Preguntar sobre la repercusión del transhumanismo, las
consecuencias de la nueva economía que está acrecentando la desigualdad, las
consecuencias de nuestra deriva democrática y los problemas de la guerra, y
sobre todo pensar en la repercusión que todo ello tiene en cómo me concibo.
Como cristiano, sobre todo en Navidad, me frustra
no poder aportar al mundo en el que vivo toda la novedad que aporta la
vivacidad de mi fe. Cuando escribo o comento sobre el verdadero sentido de la
Navidad ya no le resulta relevante a quien lo lee o escucha, ya no le responde
a ninguna pregunta y el que lo lee internamente desconecta y me descarta para
posibles consultas. Unas veces parece que escribo de un mundo ya acabado, otras
de un mundo diferente de los que los demás viven. Y así, muchas veces me suele
bastar, como anoche en la misa del Gallo, el verme rodeado de los míos en mi
iglesia, en la que hay días que más bien parece una guarida y refugio.
¿Qué hacer? En estos días tengo que reescribirlo todo,
repensarlo todo, lo que implica revivirlo. Ese es el reto de ahora en adelante:
reescribir, repensar, revivir. Empezar de cero ante esta nueva sociedad. Lo que
mis padres me enseñaron volverlo a aprender. Ya no volveré por el mismo camino,
ya no utilizaré los mismos recursos, ni, ya no, daré determinadas cosas por supuestas.
Como pasa siempre no basta repetir, es preciso crear. Salir a dialogar.
Si hay un asunto que he visto claramente estos días
es la necesidad de la presencia de lo cristiano en nuestra sociedad, de nuestra
aportación a una España y una Europa que nos considera ya no como una herencia
sino en ocasiones como un obstáculo. Tengo que buscar una nueva forma de
transmitir que me permita ser un hombre contemporáneo y católico sin renunciar
a nada.
Tengo que decir una cosa más, llevo escribiendo
regularmente en mi blog, no tanto para trasmitir sino porque de esta forma
entiendo más y mejor todo lo que pasa y me pasa, y solo haciéndolo he descubierto
realidades ocultas que creía saber, pero que no las he visto completamente
hasta que no me detengo a redactarlas. No lo hago para mostrar la realidad, lo
hago para descubrirla y para conmoverme de nuevo.
Confieso una cosa, poner por escrito lo que vivo e
intuyo me hace no tener esa sensación de que no estoy en el sitio adecuado. Me
hace sentirme más seguro de esas pocas y esenciales verdades, y, por tanto, mucho
menos asustado.
Eso sí, sigo en marcha, pero ahora sé por qué.
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