viernes, 30 de diciembre de 2022

¡¡¡Buen viernes!!!

 ¡¡¡Buenos días!!!

 Lo sé, el otro día no deje muy satisfechos a algunos de vosotros, ya sé que el optimismo, ponemos por ejemplo de un enfermo puede ayudar en su curación. Pero también me tendréis que reconocer que también puede causarle la muerte, sobre todo si se le anima a no seguir las indicaciones del médico y se le manda a la medicina alternativa. Siguiendo un poco más con algunos ejemplos, otra vez me tendréis que reconocer que ninguna clase de optimismo ha librado a nadie de un terremoto.

 El optimismo es una falsa esperanza para uso de los que no se atreven a actuar y no quieren pensar ni sacar conclusiones.

Veamos, una sociedad como la nuestra debería tener esperanza en el futuro y no ser optimista ante él, tendría que ser capaz de elegir y hacer piña en torno a sus élites, lo cual no quiere decir a una tal o tal otra clase de ciudadanos, sino alrededor de aquellos que están dispuestos a correr un riesgo. El riesgo de pensar y actuar, y es que un pensamiento que se está quieto no vale gran cosa, y realizar un acto que no se piensa no vale nada.

¿Una sociedad como la nuestra piensa? Puedo contestar que sí. El pensamiento de un pueblo, como el nuestro, no es en absoluto la suma de las opiniones variadas de todos sus intelectuales que piensan, en la mayoría de los casos, según sus estados de ánimo en cada momento. El pensamiento de un pueblo es su vocación histórica.

¡Ah, pero esto no es moderno!

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