¡¡¡Buenos días!!!
No me queda
más remedio que empezar este maravilloso viernes con una sospecha que durante toda
la noche está dándome vueltas y, hasta que no la traslade al papel no me quedare
tranquilo. Y es que anoche me acosté con la sensación de que la guerra en
Ucrania no acabara hasta que Putin no esté convencido que la ha perdido.
Y me
preocupa, pues, aunque pienso que no es fácil que Putin utilice armamento
nuclear no es imposible que lo haga. Sus amenazas hay que tomarlas de verdad
puesto que un país con bombas nucleares parece que está siendo vencido por uno
que no las tiene. Y esto me inquieta.
Está claro,
al menos para mí, que constriñe la paz. Pero no se conseguirá sin dar a cada
uno lo suyo. Ahora nos encontramos con que las aspiraciones y la existencia de
Ucrania como país están amenazadas por quien quiere imponer el derecho del más
fuerte. No hay ese mínimo de confianza mutua que consentiría un diálogo para
detener las armas. El mal que se ha hecho tiene que ser reconocido y, en lo
posible, reparado. No necesariamente de manera inmediata. Pero sí en algún
momento. Si no es así no se puede volver a empezar de nuevo.
Soy
pesimista, lo siento.
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